MORAL, ÉTICA Y DEONTOLOGÍA

Glosario:


La Moral como ciencia: concepto. Distinción de la Ética. El bien moral. Ley moral natural y positiva. Ley moral y ley científica. Norma de moralidad objetiva y subjetiva: funcionamiento. Requisitos del acto moral: uso de razón, libertad psicológica y conciencia psicológica. La conciencia moral y sus límites: errónea, mala o incierta.

La Ética y sus dimensiones: estructura normativa y contenido de valores. El problema ético individual y universal.

Moralidad y responsabilidad: Actos humanos moralmente buenos o malos: objeto, fin y circunstancias. El fin y los medios. La ley del doble efecto. Las teorías éticas: la norma de moralidad según las escuelas aristotélica, kantiana, utilitarista y escolástica. La moral como fenómeno: el sentido de la responsabilidad. Responsabilidad moral directa e indirecta. La presentación de dilemas morales: concepto y clases.

Deontología o Ética Profesional: la profesión y el enfoque ético: caracterización e importancia. Requisitos para el recto ejercicio de la profesión. Cualidades morales del profesional.

La Moral como ciencia: concepto. Distinción de la Ética:

La MORAL es una ciencia que trata del bien en general, y de las acciones o caracteres de las personas en orden a su bondad o malicia.



a.- Como ciencia, es un conjunto de conocimientos de los que se deducen principios y leyes generales. En este caso, se trata del conocimiento de lo que el ser humano debe hacer o evitar para conservar la estabilidad o el orden social.

b.- Para la moral, un bien es aquella realidad (aquello que existe, dado o no en la experiencia sensible) que posee un valor positivo y constituye, por ende, algo deseable.

Entre los bienes humanos fundamentales, podemos mencionar:

-Bienes que responden al hecho de que las personas humanas son sustancias orgánicas: la vida, la integridad física y psicológica, etc.

-Bienes relacionados con la experiencia estética y la apreciación de la belleza: el disfrute o placer con las obras de arte, música o pintura, un paisaje bello, etc.

-Bienes que se refieren a las propias habilidades humanas: el trabajo humano, como factor transformador del mundo natural y útil a la sociedad a través de una actuación hábil del propio individuo.

En otras palabras, el bien es el fin de todas las acciones del hombre. Todos nuestros actos y todas nuestras determinaciones morales tienen, al parecer, siempre por mira algún bien que deseamos conseguir y, por esta razón, se ha definido el bien como el objeto de todas nuestras aspiraciones.

Algunas religiones, como la judía y la cristiana, contemplan la historia del mundo como una lucha histórica entre el Bien y el Mal ( como una lucha entre Dios y Satanás). De ahí que se promueve la virtud, como camino del Bien, y se combate al pecado, como camino del Mal. Incluso las profecías bíblicas predicen, para el futuro, el triunfo definitivo del Bien sobre el Mal.

c.- En función de su objeto (el bien), la moral o moralidad (que en latín significa “costumbre”) establece las reglas o normas consideradas buenas, rectas, útiles y deseables, por las que se debe guiar el comportamiento del individuo en relación a la sociedad, a sí mismo, y a todo lo que lo rodea.
El término «moral» tiene un sentido opuesto al de «inmoral» (contra la moral) y «amoral» (sin moral).

La ÉTICA es una parte de la filosofía que trata de la moral y de las obligaciones del hombre.

La ética estudia qué es lo moral (lo bueno, lo correcto), cómo se justifica racionalmente un sistema o norma moral, y cómo se ha de aplicar posteriormente a nivel individual y a nivel social.

Es así que, mientras la moral determina las reglas que establecen lo correcto, es decir, aquello que está bien (“Deberás obedecer a Dios”), la ética reflexiona y verifica estas afirmaciones morales (¿Existe Dios?;¿es realmente bueno obedecer a Dios?), con la finalidad de encontrar principios racionales, absolutos e universales, independientes de la moral de cada cultura.

En la vida cotidiana, constituye una reflexión sobre el hecho moral, y busca las razones que justifican la adopción de un esquema moral u otro.

El bien moral:

El término “bueno”, o lo bueno, es central para la moralidad, como venimos viendo. El Hombre, como hijo de Dios, creado a su imagen y semejanza, debe hacer el bien (“lo bueno”) y evitar el mal, por resultar lo conveniente para su naturaleza humana.




El término “bueno” es relativo, es decir, se refiere a algo o a alguien. 

Cuando Santo Tomás trata de demostrar que todo agente obra por algún bien, explica que todo agente obra por un fin, que es algo determinado; y que necesariamente debe ser algo conveniente para el agente. Y LO QUE ES CONVENIENTE A ALGUIEN (O A ALGO) ESO ES UN BIEN. Por lo tanto todo agente obra por un bien.

Y puesto que es de la naturaleza del bien SATISFACER EL APETITO DEL agente, se concluye que el bien es LO QUE ES APETECIBLE.

Ejemplificaremos: Es apetecible para el sediento en una jornada calurosa un vaso de agua fresca: por eso es un bien. Es apetecible para un enfermo muy dolorido ingerir una sustancia analgésica: por eso es un bien para él. Es apetecible para un empleado de bajos ingresos ser ascendido a una categoría superior: por eso es un bien para él.

Ahora bien: lo bueno (genérico) se puede entender (específicamente) de tres maneras.

1.- BIEN ÚTIL: es lo conveniente como medio para conseguir otro bien ulterior: es el caso del dinero; el martillo es un bien útil para clavar clavos, etc.

2.- BIEN DELEITABLE: es lo conveniente que produce un placer al cuerpo o al espíritu; opera en el área de la sensibilidad (placer sensible) o en área de las funciones superiores del hombre (placer espiritual): una fruta sabrosa produce placer sensible; la audición de una canción que nos gusta produce placer espiritual.

3.- BIEN MORAL: es lo conveniente a la naturaleza racional del hombre; es lo que conforma a los dictados de la RECTA razón. 

Si lo específico del hombre, y lo que lo diferencia de las plantas y los animales, es su racionalidad, se sigue que LO RACIONAL, lo que va conforme a la razón es el bien propio del hombre, es decir, es bueno, moralmente bueno (aunque no lo sea en otro sentido). 

Así, por ejemplo, es un bien moral el acto de obediencia a los padres, la acción de ayuda material a los damnificados por las inundaciones, el fiel cumplimiento de lo pactado, acciones que expresan lo que naturalmente es racional, razonable, moralmente bueno.





La devolución en tiempo y forma del dinero prestado, como dijimos, es un bien moral aunque no represente un bien económico, por cuanto DESDE EL PUNTO DE VISTA ECONÓMICO estrictamente representa una pérdida dineraria, un egreso en el patrimonio de quien cumple con la obligación moral de restituir lo prestado.

El bien útil y el bien deleitable se dicen de cosas y de acciones humanas; el bien moral se dice, en rigor, sólo del acto humano que es el objeto de la Ética.

El bien moral no está reñido ni con el bien útil ni con el bien deleitable; las tres especies de bien (y de mal) pertenecen a planos distintos pero no necesariamente incompatibles. Por ejemplo, el trabajo honesto es un acto moralmente bueno y su resultado es un bien útil (el dinero ganado); la prostitución es una actividad deshonesta, un mal moral, y su resultado es un bien útil (el dinero ganado). El almuerzo sobre la base de una dieta abundante y exquisita reúne el bien moral y el bien deleitable, pero si llega a la glotonería el placer constituirá un mal moral.

Por consiguiente, la búsqueda del placer y/o de la utilidad no es en sí misma una conducta inmoral. Dios ha puesto al placer como efecto de muchas acciones (por ejemplo, de las instintivas), de manera que el placer resulta contemplado por el Creador. El punto crítico está en ver qué FUNCIÓN tienen el placer y la utilidad en la realización de los actos humanos, porque lo inmoral es DESVIRTUAR la FINALIDAD ínsita en la naturaleza misma de las cosas. Por ejemplo, si doy una limosna al solo efecto de exhibirme frente al público que contempla el acto, estoy desvirtuando un acto que tiene como finalidad propia ayudar al prójimo (la limosna) por el placer de mostrarme solidario ante los demás. Mi conducta no constituye, en ese caso, un bien moral, y es moralmente mala.

Ley moral natural y positiva:

Ley es una norma o regla, conocida por la razón, respecto de una actividad existente o por existir.

Hablar de “ley” siempre implica una “actividad” que se está realizando o que se está por realizar, por cuanto la ley es una cierta regla y medida de los actos, según la cual alguien es persuadido a obrar, o es disuadido de obrar.

Hay una ley natural y una ley positiva.

La ley natural obra en la misma naturaleza de los seres, racionales y no racionales. En los seres racionales la ley natural se manifiesta a la razón humana por el conocimiento que la misma persona tiene de lo que está conforme o no con la naturaleza humana (amar al prójimo lo está, matar al prójimo no lo está), es decir, el conocer la llamada ley moral natural (“amarás a tu prójimo”), que “está escrita en los corazones de cada uno, en la conciencia de cada uno”.

Es decir que la existencia de la ley moral natural se manifiesta mediante el uso de la razón. Difícilmente alguien normal no entienda el principio de que “hay que hacer el bien y hay que evitar el mal”, del cual derivan otros preceptos de la ley natural: hay que respetar y obedecer a los padres, hay que cuidar a los propios hijos, no hay que apropiarse de lo ajeno, etc.

La ley positiva es una orden emanada del jefe o autoridad de la comunidad para el bien común de sus integrantes.

La ley positiva es también una ley moral, pero ordena o prohíbe actos que la conciencia de cada individuo no ve naturalmente como imperativos o prohibitivos.

Esto significa que la ley positiva la da el legislador (Dios o el hombre) expresamente para explicar, para aclarar, para determinar la ley natural.

Es lo que ocurre con el Decálogo de Moisés (“Los Diez Mandamientos”), o con la legislación nacional que establece los derechos y deberes de los cónyuges en el matrimonio.

Ley moral y ley científica:

La ley moral, tanto la natural como la positiva, difiere de la ley científica; porque aunque ambas tienen, o pretender tener, valor universal (reconocidas por todos), mientras la ley moral es imperativa: expresa una orden que trae aparejada una obligación en el destinatario (“no desearás la mujer de tu prójimo”), la ley científica es meramente indicativa: indica, señala, enuncia el fenómeno natural que ocurre, o indica cómo ocurre, o una y otra cosa:”los metales se dilatan con el calor”; ”el agua hierve a los 100 grados”, etc.

Norma de moralidad objetiva y subjetiva:funcionamiento

Norma o criterio de moralidad es una regla que permite juzgar si un acto es bueno o malo moralmente.

- “Regla”: Aquello que ha de cumplirse por estar así convenido por una colectividad.

- “Moralidad”: Conformidad de una acción o doctrina con las instrucciones o reglas de la moral.

Tipos de normas de moralidad:

Ahora bien, después de lo dicho hasta aquí surge, prioritariamente, otra pregunta:

-¿Cuál es la regla de moralidad que debo obedecer para ser considerado una buena persona?

-¿Qué es lo bueno?; ¿qué es lo malo?;

Respecto de cuál es esa norma de moralidad a que se deben ajustar las conductas humanas, hay que distinguir:

1.- Norma de moralidad objetiva:

La norma objetiva es la que establece la bondad o malicia del acto humano.

Tomamos, como ejemplo, los Diez Mandamientos registrados en la Biblia:

1-  Amarás a Dios sobre todas las cosas

2-  No tomarás el nombre de Dios en vano

3-  Santificarás el día del Señor

 4-  Honrarás a tu padre y a tu madre

5-  No matarás

6-  No cometerás actos impuros

 7-  No robarás

 8-  No levantarás falsos testimonios ni mentirás

 9-  No consentirás pensamientos ni deseos impuros

 10-No codiciarás los bienes ajenos

Es decir, quien viola alguna de estas reglas, no ajusta su conducta a lo racional, a aquello que está bien y puede comprenderlo cualquier inteligencia humana, y es el producto de una larga maduración social (consenso social).
En conclusión: lo que hace que un acto humano sea bueno es su conformidad con la naturaleza humana, con lo racional, lo recto o razonable.

2.- Norma de moralidad subjetiva:

Es la regla que vale para el sujeto que obra, según los dictados de su razón, y a partir de la cual concluye si su conducta es buena o mala.

Es decir, el sujeto actúa siguiendo aquella regla que cree es la correcta.

El problema radica en que cualquiera de nosotros puede equivocarse en la apreciación de lo que está bien o está mal.

En efecto, si la persona, por error o ignorancia, pensando que obra bien (y es lo que en definitiva importa) transgrede una norma objetiva (racional), el acto humano es subjetivamente bueno, pero objetivamente (racionalmente) malo.

Desde ya, que se trata de una distinción importante en la valoración de la conducta humana. Volveremos sobre esta cuestión al tratar la conciencia moral.

Funcionamiento de la norma de moralidad:

La única manera de juzgar bueno o malo moralmente un acto humano es comprobar si se adecúa, o no, a la norma, pauta o criterio establecido como lo conveniente.

El hombre reflexiona y, generalmente, llega a conocer cuál es dicha norma de moralidad, instrumento necesario y suficiente que nos permite juzgar buena o mala una determinada acción humana.

Si armoniza con la norma establecida será moralmente buena; si no armoniza será mala.

En definitiva, la norma de moralidad funciona por la simple comparación mental que hacemos de nuestra acción con esa regla de conducta, para ver si la respeta o la contradice.

Es decir, observamos si nuestra conducta respeta o no la norma de moralidad que nos indica lo correcto, lo que está bien.

Si la respeta, será un acto moralmente bueno; si nuestra acción no respeta la norma moral, será una conducta inmoral (contraria a la moral).

Requisitos del acto moral: uso de razón, libertad psicológica y conciencia psicológica:

Como ya dijéramos, la existencia de acciones y actividades susceptibles de VALORACIÓN moral se fundamenta en el ser humano como sujeto de actos VOLUNTARIOS. Es decir, si el acto resultó involuntario (por ejemplo, la conducta de los niños, o de los dementes), no lo podremos calificar moralmente  ni como bueno ni como malo.

Veremos, a continuación, los tres (03) requisitos o condiciones para la existencia de una conducta voluntaria, que nos permita RESPONSABILIZAR al sujeto por las consecuencias de sus actos (sean buenas o malas).

1.- Uso de la razón o inteligencia:

Es la capacidad de entender o comprender las cosas (no se da en bebés y niños muy pequeños, ni en personas dormidas, anestesiadas, drogadas o plenamente embriagadas).

2.- Libertad psicológica o espiritual:

Es el libre albedrío o libertad de la voluntad, que consiste en la ausencia de fuerzas interiores (ej.: el estrés: tensión provocada por situaciones agobiantes, que originan reacciones o trastornos psicológicos a veces graves), o condicionamientos externos (ej.: amenaza con un arma), que forzarían al sujeto a realizar determinadas acciones, o que le impedirían realizar otras.




3.- Conciencia psicológica:

Se refiere a la capacidad que nos permite reconocer y diferenciar aquello que está bien de lo que está mal.
Significa comprender reflexivamente la conducta que se lleva a cabo, y entender la bondad o malicia de lo que se está haciendo.



EN SÍNTESIS: La voluntariedad de los actos humanos, con la libertad que les es propia, es la fuente de la moralidad. El hombre es bueno o malo por su voluntad.

La conciencia moral y sus límites: errónea, mala o incierta:

Llamamos conciencia moral al juicio teórico-práctico con el cual el sujeto juzga que su acción, pasada o presente, es buena o mala en sentido moral.

Siguiendo a la Teoría Escolástica, que estudiaremos más adelante, la norma subjetiva de la moralidad es, necesariamente, la propia conciencia del individuo, la que testimonia que estamos haciendo algo, interior o exterior, qué es lo que estamos haciendo, y qué valoración moral merece,  A NUESTRO JUICIO, el acto que estamos realizando.

Hablamos del testimonio de la conciencia porque la conciencia de cada cual es testigo, un testigo insobornable, a quien no se lo puede eliminar, a quien no se le puede ordenar que mire para otro lado, por la simple razón de que la conciencia soy “yo” consciente, es decir, se trata de “mi” conciencia, acto interno que surge de mi alma.

La conciencia moral vista como norma o regla favorece un riesgo: el relativismo moral, según el cual lo moral (lo moralmente bueno) depende del criterio de cada individuo (“subjetivismo moral”). Sin embargo, las cosas no son tan simples. Porque se supone que la conciencia moral, cuyos dictados seguirá el hombre, está fundamentada EN RAZONES OBJETIVAS, es decir, motivos racionales acordes con las leyes naturales.

Por ejemplo, si mi conciencia me dicta que es bueno estafar económicamente a la gente, esta acción no se convierte en aceptable porque estoy siguiendo un criterio que contradice la ley natural (“no cometerás actos impuros”).

Vale decir que nuestra conciencia moral reconoce LÍMITES: puede ser errónea, mala o incierta.

En este sentido, indicaremos las principales divisiones de la conciencia moral:

a.- VERDADERA o ERRÓNEA: según que enuncie un juicio moral verdadero o contrario a la verdad, según se ajuste o no a las leyes morales naturales y positivas.

Respecto de la conciencia errónea, basada en un error, téngase en cuenta que éste nunca es advertido (porque entonces no habría error).

Para que la conducta no sea moralmente mala debe tratarse de un ERROR EXCUSABLE (o IGNORANCIA INVENCIBLE), es decir un error o ignorancia que el sujeto, por las vías ordinarias – sin apelar a recursos extraordinarios- no pudo ni podía superar.

Tiene conciencia moral verdadera quien juzga que obra bien cuando cumple la orden impartida por un superior.

Tiene conciencia errónea el que piensa que no está obligado a devolver en el plazo establecido, el dinero que le prestaron. Solo podría excusarse en un error (estaba razonablemente convencido que ya había cumplido con la deuda), pero jamás podría alegar ignorancia (todo el mundo sabe que los préstamos se devuelven).

b.- RECTA o MALA, según que juzgue buscando sinceramente el bien, o dejándose arrastrar por intereses egoístas y bajos.

Obrar con conciencia mala significa obrar contra lo que a cada uno le dicta su razón, es decir, su propia conciencia.

Tienen conciencia mala los que asaltan una entidad bancaria.

Obran con conciencia recta los que ayudan a los desocupados, si REALMENTE su única intención es ayudarlas en la situación en que se encuentran.

c.- INCIERTA, PROBABLE o DUDOSA: según que el juicio formado sea respectivamente cierto, probable o dudoso.

Se concluye que la expresión CONCIENCIA MORAL se puede tomar, en un contexto genérico, como el principio de que “hay que hacer el bien y evitar el mal” (ley moral natural, sentido moral) y, en un contexto específico, como la aplicación concreta de aquel principio general a los casos singulares de que cada persona es actor.

La Ética y sus dimensiones: estructura normativa y contenido de valores:

Ya dijimos que mientras la moral determina las reglas que establecen lo correcto, es decir, aquello que está bien (“Deberás obedecer a Dios”), la ética reflexiona y verifica estas afirmaciones morales (¿Existe Dios?;¿es realmente bueno obedecer a Dios?), con la finalidad de encontrar principios racionales, absolutos e universales, independientes de la moral de cada cultura.

En la vida cotidiana, constituye una reflexión sobre el hecho moral, y busca las razones que justifican la adopción de un esquema moral u otro.

Estructura normativa:

La Ética es una ciencia de derecho: no investiga lo que hace el hombre (ciencia de hecho), sino lo que debe hacer.

La Ética es una estructura normativa porque establece o determina la regla o norma de moralidad que debe regir la conducta del hombre.

Cuando se emplean sentencias éticas, se está valorando moralmente a personas, situaciones, cosas o acciones.

Una sentencia ética es una afirmación que contendrá términos tales como “bueno”, “malo”, “correcto”, “incorrecto”, “obligatorio”, “permitido”, etc., referidos a una acción, una decisión o, incluso, también las intenciones de quien actúa o decide algo.

Ejemplos: 

“Lo correcto es respetar a los ancianos”.

“En situaciones de peligro o calamidad, deberás priorizar la seguridad de mujeres y niños”.

“No está permitido desear la mujer de tu prójimo”.

Contenido de valores:

Las normas éticas no son vacías: contienen valores morales que le dan un sentido al acto humano, o bienes que perfeccionan a la naturaleza humana, o fines que constituyen metas a las que debe llegar voluntariamente.

Repasemos algunos de los ejemplos dados:

“ Honrarás a tu padre y a tu madre”: promueve el valor del respeto.

 “No matarás”: promueve a la vida como valor.

“No levantarás falsos testimonios ni mentirás”: promueve el valor de la verdad.

La norma orienta, evita desvíos, allana el camino, endereza, da tranquilidad en el obrar cuando el sujeto consciente actúa con buena voluntad.

El problema ético individual y universal:

El problema ético: concepto:

Cuando se aborda el problema ético se parte de la premisa de que el ser humano es libre.

Esta afirmación está basada en el hecho de que ante cualquier circunstancia el hombre no está obligado a responder de una manera determinada.

Sus decisiones pueden estar orientadas por las costumbres, las opiniones de otras personas o por leyes jurídicas, pero a la hora de actuar la respuesta dependerá de cada uno.

El hombre no determina muchas circunstancias que le tocan vivir (el lugar de nacimiento, las características de su familia, sus condiciones físicas) pero sí elige la manera de responder a esas circunstancias.

La libertad es una propiedad de la voluntad por medio de la cual las personas ejercen su capacidad de elegir y de actuar.

Sin embargo, que nuestros actos sean libres no significa que podamos hacer cualquier cosa en cualquier momento, pues siempre actuamos dentro de ciertos condicionamientos.

Elegimos entre opciones que se nos presentan y que nosotros no inventamos.

Incluso, es probable que entre dichas opciones no esté la que a nosotros nos gustaría.

Por lo tanto, al considerar las consecuencias de las diferentes alternativas, construimos una jerarquía de preferencias y elegimos de acuerdo con ella.

Por otra parte, debemos tener en cuenta que el éxito o el fracaso de nuestra acción no hacen al acto más o menos libre.

En su sentido estrecho, un problema ético es aquello que no está correcto y que afecta al individuo y a la sociedad. Algo que afecta la dignidad del individuo o el bien común de la sociedad.

En un sentido amplio, un problema ético es un acontecimiento en el que se plantea una situación posible en el ámbito de la realidad, pero que resulta conflictiva a nivel moral.

Ello demanda, bien una solución razonada del conflicto, o un análisis de la solución adoptada por el sujeto protagonista de la historia.

Lo común es que la situación se muestra como una ELECCIÓN CONFLICTIVA: el sujeto protagonista se encuentra ante un escenario decisivo ante el cual sólo existen dos, y nada más que dos opciones, siendo ambas soluciones igualmente factibles y defendibles. Es lo que se llama un DILEMA MORAL, que estudiaremos más adelante.

 El sujeto se encuentra, pues, ante una verdadera e inevitable situación complicada, en la cual se pueden presentar múltiples cuestionamientos antes de una elección.

Se lo puede considerar en dos planos o niveles, que veremos a continuación.

El problema ético individual:

Es un problema propio del hombre reflexivo que, desde la pubertad o adolescencia, se pregunta:¿Qué es lo bueno?¿Qué es lo malo?¿Por qué es malo robar; y bueno obedecer a mis padres?

La cuestión es que el hombre adulto se preguntará, en algún momento de su vida:¿Yo soy bueno?¿Soy una buena persona?¿Qué regla de moralidad debo obedecer para ser considerado una buena persona?

Y esta cuestión se convertirá en problema si el hombre se convence de que no es bueno, porque vivirá en constante inquietud o preocupación hasta que logre serlo.

El problema ético universal:

Las relaciones humanas provocan continuamente conflictos económicos, sociales y políticos entre los individuos, originados en el egoísmo o soberbia de las personas y motivados por la ansiedad de obtener poder, riqueza, placer, orgullo, etc.

Entonces, esos conflictos se deben a que sus protagonistas (o alguno de ellos) carecen de principios éticos a que ajustarse o a que, conociéndolos, en la práctica no los tienen en cuenta.

Es así que el llamado problema económico muchas veces es, en realidad, un problema ético dentro de una circunstancia económica que se presenta como problemática. Lo mismo en lo social y lo político.

En síntesis: los actúales males del mundo (guerras, hambrunas, enfermedades, etc.) son, esencialmente, un problema de naturaleza ética, que se agudiza con los hechos económicos, sociales o políticos.

Así, por ejemplo, el hambre mundial no es un problema originado en que la economía no alcanza para dar de comer a todos, sino que es un problema de distribución de la riqueza por la falta de ética de los países más poderosos del mundo y sus gobernantes, que prefieren mantener en la pobreza a los países más pobres, como forma de mantener el dominio sobre ellos. Es decir, prefieren hacer el mal para seguir siendo ricos.

Hablamos de problemas económicos, sociales o políticos cuando, en realidad y generalmente, existe un problema ético.

Importancia del problema ético:

De lo dicho se deriva que la solución del problema ético resulta relevante tanto a nivel individual como universal.

A nivel individual, la conciencia de saber que ha actuado correctamente en un acto particular, o a lo largo de su vida, produce en el sujeto la satisfacción espiritual que lo liga a la Trascendencia (Dios).

Resulta sencillo interpretar que si los líderes mundiales (sobre todo los líderes políticos) hicieran del comportamiento ético su forma habitual de operar, los conflictos y problemas universales serían menos violentos o humillantes para la condición humana.

Moralidad y responsabilidad:

Actos humanos moralmente buenos o malos: objeto, fin y circunstancias:

Lo que hace que un acto humano sea bueno es su conformidad con la naturaleza humana, con lo racional, lo recto o razonable.

Por ejemplo, es racional querer vivir y disfrutar de una buena salud, pues en la naturaleza humana existe lo que se llama el instinto de supervivencia. Por esa razón, el suicidio resulta un acto moralmente malo, porque contradice la naturaleza humana.

Para que una conducta humana sea moralmente buena en su totalidad o íntegramente, deben ser buenos estos tres (3) elementos:

- el objeto (que es la acción en sí misma),

- la intención (o fin) y

- las circunstancias.

a.-Acción (conducta) buena en sí misma:

Una acción puede ser naturalmente (esencialmente, interiormente) buena o mala, aún antes de considerar el fin o intención del agente y las circunstancias en que se desarrolla esa conducta, cuando se presenta como un comportamiento racional, recto o razonable.

Por ejemplo:

- La limosna:

Es un acto que -directamente y por sí mismo- tiende a ayudar al necesitado.

Ahora bien, ayudar al necesitado es algo que está conforme con la naturaleza humana. Es un acto lógico, propio de un sujeto racional que siente la necesidad de ser solidario con el prójimo.

En consecuencia, la limosna es -por su objeto racional- una acción moralmente buena.

- La blasfemia:

Blasfemar significa maldecir o insultar contra Dios, la Virgen o los santos.

Es un acto - que directamente y por sí mismo -tiende a ofender a Dios.

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Y ofender a Dios es una acción irracional y disconforme con la naturaleza humana, en tanto una cualidad propia de la persona humana es la trascendencia, es decir, la  recurrente creencia en la existencia de fuerzas superiores que dominan el universo y que trascienden lo mundano noción generalmente emparentada con la fe en la existencia de un Ser Supremo.

Por lo tanto, la blasfemia es -por su objeto irracional- una acción moralmente mala.

El objeto, así entendido, confiere al obrar humano su primera y esencial moralidad (bondad o malicia).

Primeras conclusiones:

Si el objeto (la acción en sí misma) es malo la conducta, en su totalidad, será siempre mala (sin perjuicio de la intención ni  de las circunstancias).

Ejemplo: la blasfemia (ya explicado).

Pero si el objeto es bueno, todavía falta analizar la intención y las circunstancias para poder concluir que la conducta es integralmente (totalmente) buena.

b.- Intención buena:

Es el fin subjetivo del agente: es lo que el sujeto busca, interiormente, al realizar el acto.

En principio, y como ya dijéramos, la limosna es una acción, en sí misma, buena, porque racionalmente (esencialmente, interiormente) tiene como fin ayudar al otro.

Pero si doy unas monedas para incitar a un pobre a cometer un delito, la intención (fin subjetivo) es mala y, por ende, el acto será moralmente malo aunque, por su objeto, tendía a ser bueno.

Segundas conclusiones:

Es decir: si el objeto (la acción en sí misma) es bueno, pero la intención es mala, la conducta será integralmente mala (sin perjuicio de las circunstancias).

Ejemplo: doy limosna a un necesitado para incitarlo a agredir a otra persona.

Caso contrario, si el objeto y la intención son buenos, todavía falta analizar las circunstancias en que se llevó a cabo la acción para poder concluir que la conducta es integralmente (totalmente) buena.

Finalmente, una intención buena del agente no puede convertir en bueno a un acto que, por su objeto, era ya malo. (v.g. robar para ayudar a los necesitados). El fin no justifica los medios, pues no es lícito hacer el mal para obtener un bien. Volveremos sobre esta cuestión en breve.

c.- Circunstancias buenas:

Llamamos circunstancias a aquellos elementos accidentales (pueden o no darse) de la acción o conducta humana, que aumentan (agravantes), disminuyen (atenuantes) o modifican su moralidad, es decir, su bondad o malicia.

En muchas ocasiones, la figura del protagonista de la conducta, o el cómo lo hace, o el donde lo realiza, o los medios que utiliza, inciden sobre la bondad o malicia de la acción. Por ejemplo: si un hombre seduce a una mujer (acción buena en sí misma, propia de la naturaleza humana), con la intención de conquistar su amor (intención o fin bueno), pareciera que estamos frente a una conducta moralmente buena, pero si dijéramos que el hombre en cuestión es un sacerdote, o un profesor en relación a una alumna, será la circunstancia de quien resulta protagonista de la acción la que convertirá en mala la totalidad de la conducta.

Como dijéramos, las circunstancias se analizan en última instancia, tras considerar el objeto (acción en sí misma) y la intención (fin subjetivo) del sujeto accionante.

Es así que, para evaluar la moralidad de un acto humano, se deberá tener en cuenta:

1)  El protagonista de la conducta (“quién actúa”):

Si el solidario es el pobre, la bondad del acto toma mayor dimensión. Si la víctima de la mentira es un amigo, la malicia es mayor que si se tratara de una persona extraña.

2) Los efectos o consecuencias de la conducta (“qué sigue”):

Si presento un compañero de trabajo a una amiga solitaria, y termina siendo “el amor de su vida”, la bondad del acto será mayor.

Si una negligencia del médico (ej: olvidó un bisturí o tijera dentro del cuerpo del operado) termina ocasionando la muerte del paciente su malicia será mayor, pues la gravedad de los daños ocasionados repercute sobre la moralidad del acto.

3) La materia objeto de la conducta (qué cosa):

Designa la cualidad de un objeto (p. ej., el robo de una cosa sagrada) o su cantidad (p. ej., el monto de lo robado).
Regalar una biblia supone mayor bondad en el acto que regalar un reloj, por más caro que sea.

El robo de una imagen sagrada, colocada en el altar de una iglesia, supone mayor malicia que el robo de los cables que cruzan la vía pública.

Igualmente, no es lo mismo robar una manzana de la frutería que asaltar y llevarse toda la recaudación del frutero.

4) El lugar donde se realiza la conducta (“el donde”):

Una donación hecha en privado es más loable que otra realizada en público.

Un pecado cometido en público es más grave por el escándalo que supone. Insultar en presencia de testigos implica mayor deshonra que hacerlo en privado.

5) Las habilidades o herramientas con las cuales se realizó la conducta (“con qué medios”):

Si el sujeto apeló al fraude o engaño para lograr sus objetivos, o si utilizó la violencia física o psicológica, la malicia será mayor que si actuó con franqueza.

6) El modo de operar la conducta (“modus operandi”):

Refiere a la forma en que se ejecutó la voluntad del sujeto, que puede actuar con pasión o con desgano, libremente o condicionado por terceros, con diligencia o negligentemente, etc.

Es el modo cómo se realizó el acto (p. ej., rezar con atención o distraídamente, castigar a los hijos con exceso de crueldad).

7) El tiempo de la conducta (momento y duración del acto):

El momento: es, decir, cuándo se realizó la acción (p. ej., comer carne en día de vigilia).

La duración: no es lo mismo una broma pasajera que la burla constante.

Conclusiones finales:

- Para que la acción sea buena, han de serlo todos los elementos que la integran (objeto, fin y circunstancias).

- Si alguno de estos elementos se opone abiertamente a la norma de moralidad, la acción es mala; si todos son buenos - y sólo en ese caso – la acción es buena.

El fin y los medios:

Esta integridad del acto humano bueno (acción buena en sí misma, intención buena y circunstancias buenas) nos lleva a sostener que es FALSO el principio tan divulgado: “EL FIN JUSTIFICA LOS MEDIOS”.

A modo de ejemplo,  el mencionado postulado justificaría el accionar del personaje novelesco Robin Hood, quien utilizaba un medio ilícito (el robo a los ricos) para dar cumplimiento a una finalidad en si misma buena, como es ayudar a la gente pobre.

Nicolás Maquiavelo (1469-1527) sembró esta peligrosa doctrina, aplicándola sobre todo a la ciencia política y al arte de gobernar, en su obra “El Príncipe”, donde subordina la moral y la religión a la política y todos los derechos individuales al Dios-Estado.




¿Por qué sostenemos que el fin NO justifica los medios? Porque la historia (y el presente también) demuestra que muchos que la sostuvieron han avalado con la misma procedimientos a todas luces inmorales. 

Es así que, bajo la finalidad de salvaguardar los intereses de la patria, se han justificado procedimentos (medios) inhumanos, como la detención ilegal, la desaparición forzada y las torturas. 

En el mundo de los negocios y en el de la competencia política, en los procedimientos de investigación policial y en los servicios de inteligencia de los Estados modernos, todo está permitido: el robo, la violación del secreto profesional, la tortura física y psicológica, el asesinato, etc., si  es que de ese modo se logra el fin apetecido.

Es verdad que el fin es el que, en última instancia, especifica el acto humano, le otorga o no una trascendencia especial. Pero esto se ha de entender siempre con la condición de que LOS MEDIOS que se empleen SEAN EN SÍ MORALMENTE BUENOS.

En caso contrario el acto humano es moralmente malo; y en lugar de ser el fin el que justifica los medios, son estos –precisamente porque son malos- los que hacen malo el fin.

En resumidas cuentas, los actos malos que se llevan a cabo para conseguir un fin noble vician el acto humano total.

La ley del doble efecto:

La Ética plantea una situación en la cual de UNA ACCIÓN, buena en sí, se siguen simultáneamente DOS EFECTOS, uno moralmente bueno y el otro moralmente malo.

Un médico decide intervenir a una madre embarazada para extirparle un tumor grave  que es letal para ella (UNA ACCIÓN) sabe que con seguridad o con mucha probabilidad morirá simultáneamente el fruto del embarazo (EFECTO 1) y se salvará la vida de la madre (EFECTO 2). ¿Es moralmente bueno realizar esta acción?

Afirmamos que quien realiza esa acción obra moralmente bien SI Y SOLO SI se cumplen las siguientes tres condiciones:

1.- Que la persona intente obtener solo el efecto bueno, aunque conoce que seguramente o probablemente también se seguirá el efecto malo;

2.- Que la obtención del efecto bueno constituya un asunto de suma gravedad o importancia, es decir, que sea gravemente necesaria su obtención;

3.- Que no haya otro medio (acción) en el estado actual del progreso científico y técnico, para obtener el efecto bueno.

Esta es la denominada REGLA DEL DOBLE EFECTO, que tiene frecuente aplicación, como vimos, en el campo de la medicina quirúrgica.

Las teorías éticas: la norma de moralidad según las escuelas aristotélica, kantiana, utilitarista y escolástica.

Las discrepancias aparecen en las escuelas éticas (tanto las antiguas como las modernas) cuando se investiga acerca de la esencia de la moralidad, cuando se quiere establecer la norma ética a partir de la cual se formularán los juicios de valoración moral, cuando se intenta definir en qué consiste la conveniencia con la recta razón. 

En este campo del conocimiento, como en tantos otros, es inevitable la interferencia de los factores (criterios) subjetivos en la organización de cualquier sistema moral.

Hemos elegido cuatro escuelas éticas, para intentar dilucidar la norma o criterio de moralidad en que se basan, lo cual determina una orientación preferencial hacia el bien útil, el bien deleitable o el bien moral.

La ética aristotélica:

Aristóteles (384-322), filósofo griego, fue el primero que escribió acerca de la ética.

Su postura se encuentra dentro de las llamadas morales racionales, que establecen que el supremo fin del hombre está en la perfección de nuestra naturaleza racional, y hacen derivar de la razón la norma de moralidad.

Observó que solo las conductas VOLUNTARIAS se podían juzgar moralmente, y que todas las acciones del hombre tenían un OBJETIVO o FIN determinado. Cada objetivo supone una decisión y una acción elegida por la persona.

Se preguntaba si existía un FIN ÚLTIMO del hombre, un fin supremo, y determinó que era la felicidad, a la cual todas las personas buscan por encima de todas las cosas. Uno quiere ser feliz para ser feliz, no con otro fin.

Para este filósofo, solamente era feliz quien podía dominar las pasiones y vencer sus temores. Aristóteles llamó VIRTUD a la elección del JUSTO MEDIO entre los dos extremos - los excesos y los defectos- a los que consideró VICIOS.

Consideraba que lo bueno era, precisamente, LA ACCIÓN VIRTUOSA (el justo medio), a la que accedía por el uso de su razón, y que la FELICIDAD era el resultado del ACTUAR VIRTUOSO.

Decía este pensador griego que la vida humana en todos sus actos debe ser gobernada por la razón: en esto consiste esencialmente la vida virtuosa.

Precisamente, el uso de su razón permitía a la persona elegir adecuadamente lo que era bueno para ella y, de esa manera, vencer las pasiones y los miedos.

Por ejemplo, si se piensa en la necesidad de alimentos, la pasión o el exceso sería la gula (indigestión, obesidad, etc.) y el temor o defecto sería el ayuno (bulimia, anorexia). En este caso, la ACCIÓN VIRTUOSA sería comer equilibradamente: la persona debe racionalmente elegir, en libertad, lo que es prudente – el justo medio- que le permitirá vivir bien y alcanzar la felicidad.

Según Aristóteles, las personas no podían ser juzgadas por sus pasiones o sus miedos, sino que lo que se calificaba de bueno o malo era la manera de comportarse frente a ellos. Las personas adquirían la capacidad de identificar y de elegir el justo medio gracias a la educación y a la realización (ejercicio) permanente de buenas acciones.

En conclusión, para Aristóteles la Ética debe tratar de los Bienes en general (en especial, del Supremo Bien –Dios-) de la perfección y de la felicidad que corresponde al hombre, con fin de ajustar a ellos la orientación práctica de su conducta. Sin embargo, también pensaba que la felicidad y la perfección no eran accesibles a todos los seres humanos, sino que pertenecían a unos pocos privilegiados.

La ética kantiana:

El filósofo alemán Immanuel Kant (1724-1804) distinguía la MATERIAL de la FORMA  en los actos humanos.

La MATERIA es el objeto del acto, el contenido: lo que se hace, o lo que se omite.

Las éticas materiales pueden ser éticas de BIENES, éticas de FINES y éticas de VALORES, según cual sea el objeto que determine la acción del hombre.

Las éticas de bienes apuntan a bienes materiales, a bienes espirituales, a bienes sociales.

Las éticas de fines pueden versar sobre fines naturales o sobre fines sobrenaturales; pueden estar orientadas hacia la felicidad temporal o hacia la felicidad eterna. La ética cristiana es una ética material de fines espirituales sobrenaturales.

Las éticas de valores (desarrolladas por Max Scheler) distinguen distintas jerarquías de valores: agradable-desagradable; vital y no vital; espiritual y no espiritual; sagrado y profano.

 La FORMA del acto remite al espíritu humano, y es el por qué se hace, o por qué se omite la acción. Según Kant lo que importaba para calificar como bueno o malo un acto eran LAS INTENCIONES DE OBRAR  de acuerdo con las reglas del deber.

Es así que la Ética de Kant no es material sino FORMAL, porque piensa que la moral no tiene que estar determinada por ningún bien, fin o valor, sino simplemente POR EL RESPETO AL DEBER.

Es decir, una acción denota una voluntad PURA y MORAL cuando es hecha no por consideración al contenido empírico (bien, fin o valor) sino simplemente por respeto al deber. La Ética formal kantiana es la moral del deber por el deber: debo hacerlo porque debo hacerlo.

La ética kantiana sostenía que la felicidad no puede ser el parámetro para determinar el carácter moral de una cosa. La razón nos obliga a actuar bien más allá de que esa acción nos haga o no felices.

Cada persona es la que elige en cada uno de sus actos seguir o no la regla moral que plantea Kant. En eso reside la libertad, en tomar decisiones morales, en elegir con fundamento, pensando en las consecuencias de cada elección tomada.

Ahora bien:¿en qué consiste ese deber o regla moral por cumplir, según Kant? Sostenía que existía un criterio racional, universalmente válido (igual en todo lugar y tiempo, para todos los seres humanos), que permitía calificar una conducta como moralmente buena o moralmente mala.

Las acciones humanas estarían determinadas por una ley universal que establece lo que debe hacerse y lo que no. ESTA LEY MORAL, que está en la razón de cada ser humano, ES EL SENTIDO DEL DEBER y es llamada por Kant IMPERATIVO CATEGÓRICO. Imperativo, porque se trata de una orden; categórico, porque es exacto, absoluto.

¿En qué consiste este imperativo categórico que demarca el terreno de lo moral?

Se traduce en la siguiente fórmula:

“Obra de tal manera que la máxima de tu voluntad pueda valer siempre como principio de legislación universal”.

Es decir que una acción es moralmente buena cuando los principios morales del individuo actuante se adecuan FORMALMENTE a las leyes morales universales, es decir, a las normas morales de la sociedad en la cual vive.

Es decir que si lo que una persona hace es bueno para ella, SERÍA MORALMENTE BUENO si la misma acción la hicieran todos los demás y es también buena para todos.

Por ejemplo, si una persona se está ahogando y pide auxilio, el deber que surge es salvarla porque es lo que uno debe hacer y lo que considera que en ese caso todos deberían hacer.

La ética utilitarista:

El utilitarismo es una corriente de pensamiento que caracteriza al siglo XIX, siglo del positivismo y de la revolución industrial, científica y técnica., época en la que surgieron grandes desigualdades entre los sectores burgueses y obreros.

John Stuart Mill (1806-1873), en coincidencia con Aristóteles, consideró que todas las acciones de las personas tenían como fin último la felicidad. Sin embargo, concluyó que la felicidad no era el resultado del actuar virtuoso (como decía Aristóteles) sino del PLACER que se obtenía al actuar.

Las acciones, entonces,  eran buenas o justas si resultaban ÚTILES PARA DAR PLACER e injustas o malas si promovían la infelicidad. Así, por ejemplo, estudiar sería moralmente bueno, ya que brinda a quien lo hace la posibilidad de progresar, y pelearse con alguien sería moralmente malo porque causa dolor.

Según la ética utilitarista, para considerar bueno o malo un acto hay que tener en cuenta SUS RESULTADOS CONCRETOS, sin tener que reparar en los motivos que le dieron origen. 

Así, sería tan positiva la acción de quien colabora desinteresadamente con un hospital, como la donación que hace una persona famosa para obtener publicidad y prensa, ya que en ambos casos, las acciones son útiles para proporcionar bienestar a la comunidad.

Según Jeremías Bentham (1784-1832) hay que aplicar el criterio de lo útil para procurar la mayor cantidad de dicha o placer posible, y que colocado el hombre entre el bien y el mal, que son inseparables, necesariamente debe elegir lo mejor y más útil, aquello en que el placer excede al dolor.

El utilitarismo trajo como consecuencia una desviación en la mente de los poderosos: su inteligencia queda fascinada por LOS MEDIOS conquistados (especialmente EL DINERO) y los fines o motivos pierden relevancia.

Aun así, la ética utilitarista tiene una visión colectiva y solidaria de la felicidad, pues señalan que los seres humanos deben ocuparse de su propia felicidad y la de todos los demás. Por medio de sus actos deben procurar EL BIEN COMÚN: si lo logra, esa acción será MORALMENTE BUENA.

Esta teoría también plantea que las autoridades deben actuar para que todos puedan vivir mejor, mediante las leyes justas, la medicina y la educación, pues estas hacen desaparecer la ignorancia, la enfermedad y la pobreza, los tres males que causan el mayor dolor.

Cada uno debe subordinar su felicidad individual a la felicidad general, ya que si todos son felices, uno también lo será. El sacrificio de la felicidad personal en pos del bienestar de los demás tiene un valor moral altísimo.

La ética escolástica:

La escuela escolástica la hemos dejado para el final, por resultar uno de los aportes más meritorios en la Historia de la Filosofía en materia de sistemas éticos.

La Filosofía escolástica, siguiendo el pensamiento de Santo Tomás de Aquino, afirma que la felicidad y la perfección deben ser accesibles a todos los seres humanos (no a unos pocos privilegiados, como afirmaba Aristóteles). También enseña que el orden moral es obligatorio, porque es querido por Dios, creador y legislador de la naturaleza humana.

La perfección del hombre consiste en ACERCARSE A DIOS por medio de la práctica de las VIRTUDES MORALES, lo que debe constituir el FIN OBJETIVO de la CREATURA RACIONAL.

La teoría escolástica (como las demás escuelas que hemos visto) establece cuál es la NORMA DE MORALIDAD, a la que deben ajustarse los actos humanos; porque sólo conociendo cuál es la regla o norma de moralidad podrá saber el hombre cuándo sus actos humanos son morales o inmorales, buenos o malos.

Según los escolásticos la moralidad consiste en un principio intrínseco (propio, esencial) a los actos humanos. 

Hay actos que POR SU PROPIA ESENCIA son buenos, mientras que otros son malos, con independencia de la voluntad de los hombres.

En efecto: el BIEN MORAL significa LO QUE ES CONVENIENTE AL HOMBRE EN CUANTO TAL, es decir, en cuanto racional y libre.

Así, es conveniente a la naturaleza racional (inteligente) del hombre cuidar su salud y comer moderadamente, así como hacerse chequeos médicos regularmente una vez superada la edad de 40 años. Son todas conductas moralmente buenas, por resultar convenientes para el hombre.

En tanto, el MAL MORAL significa LO QUE NO es conveniente al hombre EN CUANTO TAL. 

Es así que el fumar, el tomar alcohol y el comer desmedidamente, o el recurrir a las drogas sin prescripción médica son todas conductas irracionales, impropias de una persona medianamente inteligente por cuanto contrarían el instinto de supervivencia que caracteriza a la especie humana y, por ende, constituyen acciones MORALMENTE MALAS por resultar INCONVENIENTES a la naturaleza del hombre.

¿Cuál es la norma a la que debe ajustarse el hombre para saber cuándo obra bien y cuándo obra mal? 

La norma de moralidad debe ser tal que se fundamente en Dios, creador de toda la naturaleza, y que tenga en cuenta la naturaleza humana, por cuanto deberá regular la moralidad de los actos humanos.

Partiendo de este supuesto, los escolásticos distinguen:

a.- La NORMA OBJETIVA REMOTA de la moralidad: es la ley eterna de Dios (los mandamientos bíblicos, la palabra divina);

b.- La NORMA OBJETIVA PRÓXIMA: está dada por la naturaleza racional del hombre, la recta razón o la racionalidad del hombre que le va señalando las normas de lo correcto, lo bueno, lo moral, SIN PERJUICIO DE CÓMO TERMINA JUZGANDO SU ACCIÓN PASADA O PRESENTE (CONCIENCIA MORAL).

c.- La NORMA SUBJETIVA de la moralidad es, para cada uno, SU PROPIA CONCIENCIA MORAL, es decir, el JUICIO TEÓRICO-PRÁCTICO con el cual el sujeto juzga que su acción, pasada o presente, es BUENA o MALA, según la NORMA OBJETIVA de moralidad previamente establecida.

En otras palabras, se supone que la conciencia moral, cuyos dictados seguirá el hombre, está fundamentada en razones (normas) objetivas. 

Debemos presumir que cada juzgamiento o evaluación (juicio teórico-práctico) que hace la persona de su propia conducta se encuentra avalada por los dictados de su recta razón o sus creencias religiosas.

La moral como fenómeno: el sentido de la responsabilidad.

Denominamos “fenómeno”  a toda manifestación que el sujeto percibe a través de su conciencia o actividad mental, es decir, aquellas imágenes, impresiones o sensaciones que el sujeto alcanza a comprender o conocer.





En la filosofía de Immanuel Kant, lo que es objeto de la experiencia sensible.

En tanto la moral estudia la realidad y el sentido del obrar humano, el “fenómeno moral” consiste en el hecho de que cada acción o conducta del individuo va acompañada de una sensación (conciencia) de responsabilidad sobre lo que hace.

Es decir, es el hecho de que nos sentimos responsables de aquello que elegimos y hacemos libremente.


Llamamos “responsabilidad”, precisamente, a la capacidad de la persona para reconocer y aceptar las consecuencias de un hecho realizado libremente.


Ahora bien, esa libertad de la acción humana, que nos vuelve responsables por lo que hacemos, tiene como presupuesto indispensable la voluntariedad de la conducta (sin la cual resulta imposible la valoración moral del acto).

Aunque nuestra acción está condicionada por diversos factores, podemos afirmar que no está determinada por ellos.

En efecto, los límites de nuestra constitución biológica (como la necesidad de respirar y de alimentarnos), los productos tecnológicos con los que convivimos (como los automóviles que precisamos usar para movilizarnos), las acciones de nuestros semejantes (como los pedidos, las órdenes, las amenazas), condicionan nuestra existencia.

Es claro que nuestra acción no puede desentenderse de todos esos condicionamientos. Y hasta se puede afirmar que nuestras acciones son modos de responder a ellos.

Sin embargo, esos modos de responder son distintos en cada individuo e incluso pueden variar, en un mismo individuo en diferentes momentos. 

Esto indica que la acción humana se encuentra con límites pero que, sin embargo, es libre porque esos límites no son absolutos. No anulan la libertad de la acción sino que la hacen posible en tanto la delimitan, en tanto la sitúan.

En realidad, cuando se afirma que la acción humana es libre simplemente se pretende enunciar que el ser humano puede responder a su situación de diversas maneras, siendo consciente de cuáles son las circunstancias que rodean su acción y cuáles sus posibles consecuencias.

El ser humano no es libre de elegir lo que le pasa pero sí es libre de responder a aquello que le pasa.

Cuando nos enfrentamos con problemas éticos, siempre hay otras personas involucradas y, por lo tanto, las decisiones que adoptemos las afectarán de manera positiva o negativa.

Cuando nos enfrentamos con este tipo de problemas entran en conflicto diferentes valores y jamás nos encontramos con respuestas automáticas. Somos nosotros mismos quienes debemos decidir y hacernos responsables de nuestra decisión.



Puede ser que nos sirvan para orientarnos ciertas experiencias similares que hemos tenido, o la experiencia de personas a quienes respetamos, incluso ciertas reglas de conducta que conocemos porque nos las han enseñado nuestros padres o la sociedad en la que vivimos.

Pero son sólo orientaciones. En definitiva, somos nosotros quienes deberemos elegir cómo actuar en esa situación problemática que nos ha tocado vivir.

Responsabilidad moral directa e indirecta:

Hay responsabilidad moral DIRECTA cuando el sujeto actúa en uso de la razón, con libertad psicológica  y con conciencia psicológica, que son los tres requisitos del acto humano VOLUNTARIO.

En la responsabilidad moral INDIRECTA el sujeto actúa sin libertad ni conciencia de lo que hace (drogado o borracho), PERO como LIBRE y CONSCIENTEMENTE se colocó en un estado inconsciente, sabiendo o previendo qué clase de actos haría o podría hacer en este último estado, su acción es moralmente mala y, muchas veces, legalmente sancionable.

Ejemplo: aquel que se colocó voluntariamente en un estado de embriaguez, es moralmente responsable de los daños que provoque al conducir su automóvil borracho (y también será jurídicamente responsable).

La presentación de dilemas morales: concepto y clases.

Un dilema moral es una narración breve en la que se plantea una situación problemática que presenta un conflicto de valores, ya que tiene varias soluciones posibles.

Esta dificultad para elegir una de las conductas posibles obliga a un razonamiento moral sobre los principios o ideas que están en juego, exigiendo una reflexión en torno a la escala de valores del sujeto.

Un ejemplo de dilema moral lo tenemos en el siguiente caso, bastante frecuente en la vida de todo estudiante: 

En la clase se ha roto el cristal de una ventana, como consecuencia de la mala conducta de un alumno. El profesor pregunta quién ha sido, diciendo que si el culpable no aparece toda la clase tendrá que pagar su reparación, además de sufrir otros castigos. Un grupo de alumnos sabe quién es el responsable, pero deciden no decir nada, porque el alumno causante del problema es amigo de ellos, y no quieren ser acusados de "traidores". Además, quieren evitarse los problemas y molestias que les causaría su confesión.
En consecuencia, toda la clase es castigada. ¿Ves correcta la conducta de esos alumnos? ¿Tú qué harías en un caso similar?

Los dilemas morales son un excelente recurso para formar el criterio ético en los alumnos, a la vez que les ayudan a tomar conciencia de su jerarquía de valores.

Entre los objetivos del trabajo con dilemas estarían los siguientes:

-Conocer la propia escala de valores, estableciendo una jerarquía entre ellos.

-Desarrollar la habilidad social de la "empatía", que consiste en saber ponerse en el lugar de otra persona.

-Respetar las opiniones y conductas ajenas, desarrollando la tolerancia ante principios y valores contrarios a los nuestros.

-Favorecer el diálogo razonado, el intercambio de opiniones sobre distintos puntos de vista.

-Formar el juicio moral, motivando el desarrollo de la lógica discursiva aplicada a la ética de la conducta.

-Fomentar el cultivo de lo que viene llamándose "inteligencia emocional", integrando razonamientos, sentimientos y emociones en la resolución de conflictos.

-Razonar las conductas y opiniones propias, utilizando la razón para estudiar la complejidad de las conductas humanas.

Clases de dilemas:

1)Dilema de análisis:

Es aquel dilema en el que el protagonista de la historia ya ha tomado una decisión y ejecutado una conducta, y se trata de que el participante emita juicios de valor sobre esa solución que se le ha dado al caso. Son, pues, dilemas cerrados.

Como ejemplo, transcribimos el siguiente texto de Paulo Coelho: 
 
Un tiempo atrás, mi mujer ayudó a un turista suizo en la zona de Ipanema, que decía haber sido víctima de ladronzuelos. Hablando un pésimo portugués con acento extranjero, afirmó estar sin pasaporte, dinero ni lugar para dormir.
Mi mujer le pagó un almuerzo y le dio el dinero necesario para que pudiera pasar la noche en un hotel hasta ponerse en contacto con su embajada, y se fue. Días después, un diario de la ciudad informaba que el tal “turista suizo” era en realidad un sinvergüenza muy creativo, que fingía acento extranjero y abusaba de la buena fe de las personas. Al leer la noticia, mi mujer se limitó a comentar: «Eso no me impedirá seguir ayudando a quien pueda».

2) Dilema de solución:

El problema se plantea abierto, es decir, que se limita a exponer el caso y sus circunstancias, pero sin presentar una solución concreta, para que el participante sea el que tome la decisión sobre el curso de acción más correcto a su entender.

Un dilema de este tipo podría ser el siguiente: 

Hace algunos años, la prensa internacional denunció que grandes empresas multinacionales (entre ellas, algunas de las grandes marcas de ropa y zapatillas deportiva) utilizaban a niños en sus fábricas instaladas en países del Tercer Mundo.
Según los reportajes publicados, las condiciones de explotación laboral que se producían en esas fábricas eran escandalosas. De esa manera, las empresas conseguían fabricar el producto a un precio mucho menor que el que tendrían que pagar si esas prendas se hubiesen fabricado en países con legislaciones respetuosas con los Derechos Humanos y protectoras de los derechos laborales y sindicales de los trabajadores.
Algunas de estas multinacionales se justificaron, argumentando que ellos no fabricaban directamente las prendas, puesto que concedían la patente a empresas nacionales de esos Estados (es decir, subcontrataban la fabricación), las cuales se encargaban de todo el proceso. Según ellas, ignoraban que en esas fábricas trabajasen niños y que fueran vulnerados sistemáticamente los derechos laborales; al parecer, se enteraron por la prensa de la explotación económica y personal de sus trabajadores.
Si tú tuvieras constancia de que una empresa multinacional de ropa deportiva acude a esas prácticas, ¿comprarías ropa de esa marca, aunque fuese más barata y te gustasen especialmente las prendas que fabrica? Justifica moralmente tu opción.

Según el mayor o menor grado de realidad que posean, los dilemas también se suelen clasificar en hipotéticos y reales:

3)Dilemas hipotéticos:

Son los que plantean problemas que no es probable que les sucedan a los participantes, pues proponen situaciones abstractas o muy generales, alejadas de la realidad. Por ejemplo:

Una de las tácticas habituales de los secuestradores (de personas, de aviones con pasajeros, etc.) consiste en plantear determinadas peticiones (dinero, liberación de presos, etc.) a cambio de soltar a los rehenes.
Los poderes públicos se ven abocados entonces a un dilema terrible: o ceden ante los secuestradores y consiguen así la liberación de los rehenes; o no lo hacen y se arriesgan a que mueran. Habitualmente, los poderes públicos no ceden, argumentando que si lo hicieran, esa claudicación daría pie a otros grupos o personas a utilizar la táctica del secuestro para conseguir sus objetivos.
En el caso de que tú tuvieras que tomar una decisión de este tipo, ¿qué harías? ¿Sería la misma tu decisión si entre los rehenes se encontraran familiares y personas muy queridas por ti? 

4)Dilemas morales reales:

Plantean situaciones conflictivas sacadas de los problemas de la vida cotidiana, basándose en hechos reales.

Un ejemplo de dilema real lo tenemos en el siguiente caso:  

¿Le darías una limosna a un mendigo alcohólico, aunque supieras que probablemente se gastara el dinero en vino? ¿Argumentarías que el fin para el que pide dinero -emborracharse- es malo, y por tanto te abstendría de dársela? ¿O pensarías que es un enfermo que no puede evitar emborrarse, y que ese acto no hace mal a nadie salvo a él mismo, y en razón de su adicción incurable, le darías la limosna que te solicita? ¿Consideras inmoral alguna de las dos decisiones anteriores? ¿Por qué?

Según el grado de exhaustividad con el que presenten la información, podríamos distinguir entre:

5)Dilemas completos:

Son aquellos que informan con amplitud de las diversas circunstancias que influyen en el problema, con el fin de que quien va a emitir un juicio sobre el mismo disponga de la mayor cantidad posible de información, hecho que contribuirá a que la toma de decisión sea más ajustada a criterio. 

Al tener todas o casi todas las variables, el juicio moral será más razonado y correcto.

Un ejemplo lo tenemos en el siguiente dilema: 

Uno de los negocios más rentables en los últimos tiempos es el del periodismo sensacionalista relacionado con la llamada "prensa rosa". En las revistas del corazón o en programas de radio y televisión donde intervienen famosos se venden exclusivas millonarias por revelar secretos íntimos, asuntos sexuales o fotografías comprometedoras. Está claro que muchas de esas exclusivas atentan directamente contra el honor y el derecho a la intimidad de algunas personas.
Imagina que tú eres el director de una cadena de televisión y tienes que autorizar o denegar el permiso para la creación de un programa de este tipo. Sabes que la audiencia de estos programas es altísima (y se trata de un asunto importante para los accionistas de tu empresa, ya que los ingresos publicitarios aumentarían), aunque personalmente consideras inmoral el vender secretos íntimos que afecten a terceras personas.
De entre las siguientes decisiones, cuál elegirías y por qué:
- Autorizar el programa, ya que lo importante es conseguir audiencia. Al fin y al cabo eso es lo que desean mayoritariamente los accionistas y son ellos los que te pagan.
- Autorizar el programa, argumentando que eso es lo que la opinión pública desea y, por tanto, se trata de una decisión democrática.
- Denegar el programa por motivos morales.
- Denegar el programa con el fin de crear una imagen de cadena televisiva seria y así captar a espectadores contrarios a este tipo de espacios.

6) Dilemas incompletos:

Son los que no proporcionan una información completa sobre las circunstancias concurrentes en el dilema, limitándose a plantearlo a grandes rasgos, sin detalles. 

Ante esta falta de definición, los participantes tendrán que hacer un esfuerzo reflexivo para discernir ellos mismos bajo qué circunstancias tomarían una decisión en un sentido u otro. 

Es decir, que en este tipo de dilemas el debate tiene como objetivo, además de buscar la solución, investigar las variables que orientarían la elección en un sentido u otro.

Ejemplos de dilemas incompletos serían los siguientes:

- Condenar a una persona inocente para salvar a un pueblo.
- ¿Estás de acuerdo con Robin Hood?: robar a los ricos para dárselo a los pobres.
- Torturar a una persona para sacarle información que permita detener a unos delincuentes.
- Si por alguna casualidad de la vida, sorprendieras a dos famosos en actitud íntima, cariñosa y comprometedora para su honor, y tuvieses a mano una cámara fotográfica o de vídeo, ¿los fotografiarías e intentarías vender esas imágenes a alguna revista que te pagase un buen montón de dinero por ellas, o al contrario, respetarías su derecho a la intimidad?
- ¿Estarías dispuesto o dispuesta a compartir parte de lo que te sobra (parte de tu paga, renunciar a comprar ropa de marca y cara, dedicar tu tiempo libre a trabajar para una ONG, etc.) para intentar remediar la pobreza existente en el mundo? ¿O piensas tal vez que con actitudes individuales no se resuelve nada y que esa tarea debiera ser misión exclusiva del Estado (al fin y al cabo, los ciudadanos ya pagan impuestos, una parte de los cuales se dedican a la ayuda al desarrollo de los países pobres)?
- ¿Serías capaz de mentir sobre tu cualificación profesional para conseguir un trabajo, aun cuando con esa mentira perjudiques a otros candidatos al puesto de trabajo? Si te encontraras en esa situación: ¿dirías la verdad u optarías por intentar alcanzar ese trabajo a toda costa? En este último caso, ¿cómo justificarías moralmente tu conducta?

Como conclusión, en todo dilema moral la implicación del participante en el dilema se realiza planteando la pregunta: "¿Tú qué habrías hecho en esa situación?"

Deontología o Ética Profesional: la profesión y el enfoque ético: caracterización e importancia:

Cualquier profesión se caracteriza por dos rasgos:

1.- El perfeccionamiento propio, del individuo como tal, mediante el ejercicio pleno de la actividad a la que libremente aplica sus energías espirituales y físicas;

2.- El servicio social, con el cual está relacionada toda profesión. El trabajo profesional extiende sus frutos al contorno personal de la persona que trabaja. Si el trabajo es honesto, esos frutos son un bien para la sociedad.

El trabajo humano es VIRTUD y ayuda a las demás virtudes; la ociosidad es un vicio y “es la madre de todos los vicios”.

El ejercicio de una profesión es trabajo; trabajo humano para seres humanos. La persona que ejerce una profesión realiza un acto humano en beneficio de seres humanos.

Por consiguiente, la connotación ética de los actos realizados por un profesional (o por el técnico en cualquier oficio) está marcada por UNA RELACIÓN BINARIA en la que intervienen EL PROFESIONAL y el que solicita los servicios del profesional, a saber EL CLIENTE; por esta razón, si cualquier trabajo es-como lo dijimos- una función social, el ejercicio de una profesión (o de un oficio) los es con mayor razón todavía.

Pero, además, el ejercicio profesional lleva implícito un “CONTRATO”, aunque no esté de por medio ningún documento escrito: el que solicita la atención de un profesional -con honorarios, o sin ellos- lo hace para que el profesional lo ayude en la solución de un  problema; si el profesional acepta -con honorarios, o sin ellos-, automáticamente queda establecido un contrato por el cual se obliga a hacer todo lo posible para dejar satisfecho al cliente.

La Ética Profesional, que se denomina también DEONTOLOGÍA, es una aplicación de los principios generales de la Ética a la actividad específica de cada profesión u oficio. Esencialmente no constituye una ciencia distinta de la Ética General: es solo una derivación de esta.

Son tantas las nuevas e inesperadas situaciones que se presentan en el ejercicio de algunas profesiones, que se trata de establecer, en cada especialidad, cómo ha de ser la conducta ética del hombre EN CUANTO PROFESIONAL. 

En otras palabras, el filósofo se pregunta qué condiciones morales se exigen en el profesional COMO TAL, y qué enfoque ético se les deben dar a esas nuevas situaciones. En esto consiste la Deontología.

Requisitos para el recto ejercicio de la profesión:

a.- CIENCIA:

Toda profesión supone conocimientos específicos en quien la ejerce; precisamente los que acuden la profesional lo hacen porque ellos no tienen esos conocimientos, o los tienen en grado elemental.

El curso de los estudios, los exámenes aprobados y el título otorgado por una casa de estudios habilitada son el comprobante oficial de que la persona está preparada para ejercer la profesión.

Sin embargo, sabemos que no todos los profesionales egresan con el mismo caudal de conocimientos; no todos acrecientan su saber después de su egreso; y si lo acrecientan, no todos lo hacen con el mismo ritmo.

Por razones de Ética, el profesional DEBE completar sus conocimientos; DEBE actualizarse en cuanto a contenidos, métodos y técnicas de procedimientos.

El profesional DEBE saber y DEBE estar seguro de lo que sabe, para que el cliente pueda creerle; cuando se sorprenda a sí mismo en un error o ignorancia, DEBE subsanar el defecto. 

Y si el defecto ha sido advertido por el cliente, el profesional DEBE admitir con toda honestidad su error o ignorancia, aún con el riesgo de perder al cliente.

b.- IDONEIDAD:

Es la aptitud para ejercer la profesión.

La ciencia, por muy vasta y profunda que sea, NO IMPLICA en quien la posee aptitud para el ejercicio de la profesión. 

Aunque teóricamente el título es una habilitación profesional, es un aval de ciencia y de idoneidad, puede ocurrir que haya en la persona, antes de obtener el título, o después de obtenerlo, alguna FALTA DE IDONEIDAD que haga INMORAL (no necesariamente ilegal) el ejercicio de la profesión.

Por ejemplo, un tartamudeo crónico en un docente, o el mal de Parkinson contraído por un cirujano los hacen NO IDÓNEOS (no aptos) para ejercer la ciencia que han estudiado.

c.- VOCACIÓN:

“Vocación” significa “llamado” interno hacia un tipo determinado de actividad.

La vocación, que es una inclinación del espíritu hacia una actividad que produce en el sujeto satisfacción y gusto, generalmente supone CIENCIA e IDONEIDAD, pero no siempre es así. 

Hay personas que quieren dedicarse al canto porque tienen un hermoso timbre de voz, pero cuesta convencerlas que no tienen oído musical.

Servir a los demás, dijimos, es un objetivo ético de la actividad profesional. Si lo único (o lo primero) que motiva al hombre para elegir su profesión u oficio es el lucro, está mal orientado, pues resultará poco probable que alcance su plenitud personal.

En cambio, si se orienta en primer término por su vocación y sus aptitudes, y ambas coinciden, solo entonces podrá pensar si la profesión que elija lo sostendrá económicamente a él y a su familia. 

No se trata de elegir la profesión que dé más ingresos mensuales, sino la que satisfaga la idoneidad y la vocación de la persona y que, al mismo tiempo, proporcione ingresos mensuales holgadamente suficientes para subsistir.

Esta forma de pensar, esta concepción ética no se ajusta mucho a las concepciones materialistas y positivistas de la actualidad, al afán de enriquecimiento rápido. 

Sin embargo, esta concepción ética respecto de las profesiones humanas es la única que ayuda a vivir en paz y a lograr la felicidad.

Cualidades morales del profesional:

a.- AUTORIDAD:

El profesional es una autoridad; no una autoridad en sentido político sino en sentido científico.

Se llama autoridad EN SENTIDO CIENTÍFICO a una persona que, en una determinada rama de la ciencia, posee un vasto y profundo CONOCIMIENTO y tiene la virtud de la VERACIDAD, que consiste en manifestar la verdad (moral) de lo que piensa.

La autoridad, así entendida, es una persona que tiene el “hábito” de saber sobre su materia y el “hábito” de ser veraz, de decir la verdad, al menos “su” verdad.

La importancia de llegar a ser una “autoridad” en una ciencia determinada (por tener las cualidades de conocimiento y veracidad) consiste en transformarse en una persona DIGNA DE CRÉDITO o DE FE, es decir, que los demás están DISPUESTOS a CREER lo que esa persona diga respecto de los otros temas.

Y el profesional DEBE ser una autoridad. 

Un profesional que tiene Ética incrementa su INTELIGENCIA actualizando permanentemente los conocimientos específicos de su materia, y PARALELAMENTE desarrolla su VOLUNTAD ocupándose y preocupándose por el crecimiento del prestigio de su veracidad, que es una virtud moral.

b.- RESPONSABILIDAD:

Ya hemos definido a la “responsabilidad” como la capacidad de la persona para reconocer y aceptar las consecuencias de un hecho realizado libremente.

Cabe, entonces, una enorme responsabilidad ética y jurídica en el profesional; y más ética que jurídica, puesto que se trata del experto que se vincula con personas que carecen de los conocimientos que él posee, y esto da lugar a la posibilidad de incurrir en abusos o mentiras que, muchas veces, no salen del secreto recinto de la conciencia moral del profesional.

La conciencia de responsabilidad no se adquiere por el solo hecho de ingresar al profesionalismo. 

La responsabilidad va naciendo y creciendo con el desarrollo paralelo de la INTELIGENCIA y de la VOLUNTAD de hacer el bien moral. 

En conciencia sabe el profesional LO QUE debe hacer y CÓMO lo debe hacer y CÚANDO lo debe hacer y DÓNDE lo debe hacer: es una forma de cumplir con la virtud de la JUSTICIA.

DEBER DE JUSTICIA es, en el ámbito de la DEONTOLOGÍA, el cumplimiento de todo aquello que el profesional promete hacer para satisfacer a su cliente; si hace todo lo que puede, cumple con la justicia, aunque no se obtengan los resultados apetecidos; si es negligente en preocuparse de lo que interesa a su cliente, comente injusticia en la medida de su negligencia.

c.- HONESTIDAD INTELECTUAL:

La honestidad intelectual es la conducta moralmente buena en el ejercicio de la inteligencia. Implica buscar, aceptar, amar, vivir y transmitir LA VERDAD.

Toda persona debe ser intelectualmente honesta; pero necesitan más esta honestidad aquellos que tienen como profesión LA ACTIVIDAD INTELECTUAL: investigadores, historiadores, escritores, docentes, periodistas, técnicos y profesionales en general.

La mentira es la expresión, oral o escrita, destinada, por la intención del que la usa, a ENGAÑAR a otra persona.

La mentira es intrínsecamente inmoral. Lo peor que le puede suceder a una persona en el ejercicio de su profesión es que lo consideren mentiroso, con fundamento, en el medio donde actúa. 

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