EL TRABAJO COMO DERECHO HUMANO

Glosario:

El trabajo humano: concepto y valor social. El trabajo humano como acto digno. El trabajo ajeno (o dependiente): principio ético fundamental.

La desocupación y sus repercusiones psicosociales.

Los jóvenes y el mercado laboral: causas del desempleo juvenil.

Características de la inserción laboral de los jóvenes: el déficit de Trabajo Decente: precariedad e informalidad laboral.

Educación Sexual Integral (ESI): causas de la discriminación laboral y salarial de las mujeres.

El trabajo humano: concepto y valor social.

En sentido amplio, se puede definir al trabajo humano como toda actividad realizada por el hombre, con su esfuerzo físico o intelectual, que produce bienes y servicios y que tiene por objeto transformar la realidad.



Desde el punto de vista jurídico o legal, el trabajo es "toda actividad lícita que se presta en favor de quien tiene la facultad de dirigirla mediante una remuneración" (Art.4º, Ley de Contrato de Trabajo N° 20.744).



El trabajo comprende una cantidad importante de especies:

a) Trabajo autónomo:

La persona trabaja de manera independiente (no tiene jefe), y asume los riesgos de la actividad (soporta las pérdidas del negocio).

b) Trabajo benévolo:

Es el que se realiza en forma desinteresada y sin perseguir un beneficio personal.

c) Trabajo forzoso:

Es el realizado por personas en situación de esclavitud, es decir, contra su voluntad.

d) Trabajo dependiente:

Se realiza a favor de un empleador o patrón (quien asume los riesgos del negocio) a cambio de una retribución o salario.

En efecto, se denomina trabajo en relación de dependencia al realizado por el trabajador que ha puesto a disposición del empleador su fuerza de trabajo, a cambio de una remuneración.

Valor social del trabajo:

El trabajo permite:

1.- Servir al prójimo:

El producto del trabajo realizado sirve a otros, y por ello es socialmente útil.

Trabajar es una actividad que constituye un servicio social, que brinda utilidad o beneficios al que la realiza, y a la sociedad en la que vive.

2.- Generar ingresos o recursos económicos:

El trabajo permite satisfacer nuestras necesidades humanas, tanto las primarias o elementales (comida, vestimenta) como las relacionadas con el descanso, la comodidad o el lujo ;

3.- Socializar:

Es un espacio para vincularnos con los demás.

4.- Construir nuestra identidad:

El trabajador desarrolla un sentimiento de pertenencia con su tarea o profesión, es decir, se identifica con su profesión, y logra el reconocimiento de sus compañeros de trabajo y de los demás miembros de la sociedad.

5.- Desarrollar una vocación:

La vocación es la inclinación o gusto por una actividad o tarea, e implica una fuerte disciplina de trabajo y el sentimiento de inspiración y pasión por la tarea que se elige.





6.- Diseñar un proyecto de vida:

Proyecto de vida es el esquema o plan que pienso ejecutar en el transcurso de la vida para satisfacer mis objetivos económicos, laborales, espirituales, familiares, sociales etc.




7.- Formar el sentido de la responsabilidad:

“Salir a trabajar” marca un cambio muy importante en la vida de una persona, que exige asumir nuevos comportamientos y actitudes, especialmente de hacernos cargo de las tareas encomendadas, y asumir nuestras equivocaciones con hidalguía.

El trabajo humano como acto digno:

El hombre fue puesto en la Tierra y debió sobrevivir. No es desacertado afirmar que el trabajo nació con el hombre; entonces, el hombre tiene derecho a trabajar para sobrevivir.

Pero ocurre que no todo lo que necesita puede elaborarlo él: otros han de trabajar para él, y él para otros. Todos los seres humanos que realmente trabajan cumplen un doble fin: hacen algo para sí mismos y hacen algo para los demás.

El trabajo es un servicio que se prestan mutuamente los hombres.

Considerado así, es trabajo es un ACTO DIGNO del hombre; LO DIGNIFICA, lo convierte en un ser VALIOSO.


Trabajar es un ACTO MORALMENTE BUENO puesto que es racional que uno trabaje para subsistir, y/o para que otros subsistan. El hecho de que el trabajo realizado para otro sea remunerado o gratuito no añade ni quita nada de la dignidad que EN SÍ tiene.

En tanto trabajar, como dijimos, es hacer algo para algo o para alguien, naturalmente produce en el hombre la SATISFACCIÓN de que es ÚTIL, de que tiene cualidades positivas, de que su vida tiene un sentido.

La clase de trabajo no rebaja ni enaltece LA DIGNIDAD que posee: no es menos DIGNO arar la tierra que dictar una clase de matemática, o gobernar un país, pues en todos los casos se trata de TAREAS SERVILES: todos servimos al prójimo cuando trabajamos para él.

Tomar conciencia de esta FUNCIÓN DE SERVICIO que significa cualquier posición de mando, ayuda a mantener la humildad, esa virtud que más de una vez puede salvar a quien manda de cometer graves errores o injusticias.


El trabajo ajeno (o dependiente):principio ético fundamental:

Un tema espinoso que la Ética no debe eludir, es el concerniente al trabajo ajeno o dependiente.

El trabajo ajeno, o en relación de dependencia, es el realizado por una persona para otra que recibe el fruto de ese trabajo. 

El CONTRATADO recibe del CONTRATANTE una remuneración de cualquier naturaleza (generalmente dinero), según lo convenido entre ambas partes.


El principio fundamental ético en lo que atañe el trabajo ajeno es el siguiente: EL QUE TRABAJA, CUALQUIERA SEA LA ÍNDOLE DEL TRABAJO, ES UNA PERSONA.

Hay una diferencia esencial entre el trabajo que produce una máquina, el que produce un animal y el que produce una persona; aunque el producto del trabajo realizado por una máquina y por un animal sea superior en cantidad y en calidad al que hace el hombre con sus manos, aunque produzca más lucro al dueño de la máquina y del animal, LA DIGNIDAD de la naturaleza humana y EL RESPETO que ella merece SE TRANSFIEREN AL TRABAJO EJERCIDO por el hombre, por humilde, imperfecto y poco lucrativo que sea el resultado de ese trabajo. 

Por consiguiente, las condiciones de trabajo, la clase de trabajo, la remuneración que se le asigna deben estar conformes con el respeto que merece la persona.


LAS CONDICIONES DE TRABAJO deben favorecer la salud física y la salud moral del individuo que trabaja: es inmoral obligar a trabajar en ambientes de aire viciado, con temperaturas perjudiciales, sin resguardo contra las sustancias tóxicas y contra máquinas peligrosas. Muchos accidentes de trabajo pueden y deben ser evitados con todos los medios que ofrece la técnica moderna.

LA CLASE DE TRABAJO no debe ser en sí inmoral: lo es el de los proxenetas y  el de sus víctimas, el de los fabricantes y vendedores de drogas, el de la venta de esclavos, el de la venta de recién nacidos, etc.


La desocupación y sus repercusiones psicosociales:

Desempleo, desocupación o cesantía, en el mercado de trabajo, hace referencia a la situación del ciudadano que carece de empleo y, por lo tanto, de salario. 

Por extensión, es la parte de la población que, estando en edad, condiciones y disposición de trabajar -población activa- carece de un puesto de trabajo.


Para que exista el desempleo se necesita que la persona desempleada desee trabajar y que acepte los salarios actuales que se están pagando en un momento dado.

Para referirse al número de desocupados de la población se utiliza la tasa de desempleo por país u otro territorio. La situación contraria al desempleo es el pleno empleo.

Además de la población activa, en la que se incluye tanto a los que están trabajando como al conjunto de los desempleados de un país, las sociedades cuentan con una población inactiva compuesta por aquellos miembros de la población que no están en disposición de trabajar, sea por estudios, edad -niños y población anciana o jubilada-, enfermedad o cualquier otra causa legalmente establecida.

Herramienta de control social:

Si bien el desempleo suele ser considerado un flagelo, en ocasiones se lo utiliza como una herramienta de política pública, orientada a dinamizar la economía, por medio de la competencia entre los trabajadores desocupados.

Históricamente en nuestro país, desde el poder (gobiernos) se ponen en marcha políticas que apuntan al conformismo y a la fragmentación de la red social.

La AMENAZA de desocupación (que muchas veces ha salido de boca de los funcionarios) funciona como “chantaje social” que DISCIPLINA a los ocupados y que hace presión para aceptar cualquier tipo de condiciones laborales  y “porque hay muchos esperando su puesto y por menos dinero”.

Veremos, a continuación, algunas de las múltiples repercusiones que la desocupación produce a nivel individual y social.

Consecuencias de la desocupación:

-Genera angustia traumática:

Freud recalca que el trauma de origen social (como la desocupación) produce “estupor inicial, paulatino embotamiento, anestesia afectiva, narcotización de la sensibilidad...abandono de toda expectativa...y alejamiento de los demás” (Freud, S. 1930; “El malestar en la cultura”).

La primera forma de angustia traumática es asociada a INERMIDAD (indefensión) y DESAMPARO.

Seguidamente, se activa la compulsión, la repetición (por ejemplo, el desocupado es marginado, se automargina y esto aumenta su marginación; es culpabilizado, se autoreprocha y esto incrementa su culpabilización).

En definitiva, la desocupación origina, un trauma, es decir, una herida o choque emocional que produce un daño duradero en el inconsciente. Es una emoción o impresión negativa, fuerte y duradera.

-Promueve el conformismo social:

La institucionalización del desempleo promueve la resignación , el conformismo y la aceptación de condiciones de trabajo y de vida no dignas. Es la paulatina inmovilización de los estratos sociales, que tienden a volver a una condición de derrotismo, fatalismo y pasividad.

- Genera violencia:

Hay en cualquier trauma un cierto monto de agresión libre, lo que produciría la predisposición a la violencia contra sí mismo o contra los demás.

La violencia impuesta por el desempleo provoca un estado de inhibición y/o explosiones periódicas de violencia hacia sí mismo o los demás.

A esta violencia padecida al quedar excluido del trabajo, se le suma la violencia que implica la culpabilización del desocupado por parte de los estamentos de poder: “Es su culpa si está sin trabajo”, “Es por falta de capacitación laboral que hay desocupados”.

-Crisis familiar:

Es de destacar que un acto violento en el espacio familiar puede tener su origen en otro lugar: en el espacio laboral por ejemplo.

Las tensiones actuales creadas por el desempleo y el empobrecimiento, tienen inmediata repercusión en la red familiar. Muchas veces el desocupado parece ser el eje generador de violencia cuando es sobre todo el receptor, y con ello transmisor sin saberlo.

Las personas que han sido despojadas de su trabajo o están bajo la amenaza de perderlo, suelen aferrarse al marco estable, ilusoriamente seguro y continente de la pareja. Pero su marco de sostén no puede reemplazar al sostén laboral perdido: es una demanda imposible de cumplir. Ante esa imposibilidad se puede instalar el reproche entre los miembros de la pareja. Reproche que está en la estructura de la pareja y que se reactualiza: desilusionados del contexto socio-laboral, se quejan, reprochan a su pareja.

-Desarticulación de la vida cotidiana del desocupado y su entorno:

 El trabajo proporciona un marco estable a la cotidianeidad, pues nos impone una estructuración del tiempo y de los ritmos, hábitos y costumbres, al trabajador y a su familia. 

La desocupación implica que una persona es arrancada de su lugar, de su grupo de pertenencia y referencia, de su cotidianeidad, de la vida de relación laboral, de códigos compartidos. Genera vivencias de desarraigo: “¿quién soy yo y para quién?” y desamparo: “¿con quién cuento ahora?, “¿qué será de mi?, “¿a quién le importo?”.


-Pérdida del proyecto vital:

La desocupación ubica a su víctima frente a lo catastrófico: la pérdida de la noción de FUTURO. Para el desocupado, la falta de futuro hace que emerja una vivencia de VACÍO.

Esta vivencia de vacío se liga a aquellas ansiedades primitivas de desamparo y abandono.


La incertidumbre laboral se extiende a los hijos, ¿podrán los hijos insertarse en el mercado laboral?. El futuro “promisorio” para los jóvenes se desvanece.  El estudio y la formación ya no son garantía contra la desocupación.

- Marginación y automarginación social:

Como vimos, el desocupado se autoculpabiliza, se automargina. Marginado del circuito laboral, puede caer en el aislamiento.

Se distancia de sus relaciones sociales extralaborales, siente que deja de compartir intereses comunes con los amigos, excluido de la conversación social donde el trabajo  ocupa un lugar preponderante. “Un desocupado no tiene nada interesante para decir, pasa pálidas”. La desocupación pasa a ser un monotema. Los otros a su vez eluden al desocupado porque no tienen respuestas para él y no pueden darle una mano, dado que son tantos “los sin trabajo”. La solidaridad parece casi imposible cuando las relaciones de amistad intentan en vano solucionar el problema de la falta de trabajo. Algo entonces de la reciprocidad de los vínculos de amistad se pierde.

Conclusiones finales:

La inserción social y laboral es esencial para la salud mental de un pueblo y su capacidad de desarrollar una perspectiva integradora de la realidad, logrando construir con ésta vínculos activos, transformadores.

Las personas y sus familias, ante la desocupación, necesitan emprender una lucha contra la enajenación –un proceso de desalienación-, dado que el desempleo es, entre otras cosas, y como ya dijéramos, una  TÁCTICA DE ALIENACIÓN Y CONTROL SOCIAL.

Sigue ocurriendo que el desempleo amenaza los cuerpos, las mentes, las relaciones sociales y las instituciones.  Para no convertirnos en “población en riesgo”, es necesario re-pensar juntos nuevas propuestas productivas que generen ocupación laboral, y buscar los focos resistenciales a la alienación que propone la desocupación.

Los jóvenes y su problemática laboral:

a.- Concepto de juventud:

La juventud designa un período de la vida que está destinado a la preparación del individuo para el ejercicio de las responsabilidades de la vida adulta.

Durante esa etapa, el adolescente debería tener la posibilidad de gozar de un tiempo de “suspensión de obligaciones”, el que se supone debe invertirse en la adquisición de conocimientos y destrezas que demanda el desempeño de los roles adultos.

Ese lapso puede tener una duración variada en diferentes sociedades, por lo que surgen diferencias al momento de establecer una edad límite entre el mundo de los jóvenes y la adultez.

Tramo de edad considerado:

El límite inferior, en general y sin mucha discusión, se sitúa en los catorce (14) años, edad en la cual se considera están desarrolladas las funciones sexuales y reproductivas, las cuales repercuten en su dinámica física, biológica y psicológica. Mientras que fijar el límite superior (cuando termina la juventud) ha dado lugar a más de una postura.

Es así que el límite superior suele ubicarse arbitrariamente en los veinticinco (25) años, por considerar que es alrededor de esa edad cuando, en las sociedades occidentales, se cumplen determinados hitos que darían por concluida la etapa de “suspensión de responsabilidades”:

-La pérdida del rol de estudiante;

-la emancipación (liberación, abandono) del hogar de origen y la formación del propio grupo familiar;

-la incorporación definitiva al mercado de trabajo y la independencia económica.

Sin embargo, en las últimas décadas se han planteado una serie de fenómenos que han provocado que la categoría juvenil se fuera extendiendo hacia edades más avanzadas.

-la mayor permanencia de los jóvenes en el sistema educativo formal (universidades, carreras de grado y posgrado, terciarios, etc.).

-las dificultades de los jóvenes en conseguir empleos de calidad representa un obstáculo en la formación de su propio núcleo familiar;

-cambios culturales que propician la transitoriedad afectiva, el menosprecio por el matrimonio y la asunción de aquellas responsabilidades propias de la pareja monógama (fidelidad, etc.), que inhiben la conformación de vínculos afectivos a largo plazo;

Dichos procesos han llevado a que diversos autores en la actualidad consideren como jóvenes a las personas que tienen entre 15 y 29 años.

Naciones Unidas y por eso también la OIT (2004) han establecido considerar como jóvenes a aquellos individuos de ENTRE 15 Y 24 AÑOS INCLUSIVE.

b.- Una problemática de dimensiones globales:

El desempleo juvenil no es un problema exclusivo de la Argentina ni de las economías de América Latina. Está presente en la mayoría de las economías mundiales, en las que la tasa de desempleo juvenil duplica y hasta triplica las tasas generales.

En el mercado laboral actual se conforman barreras a la inclusión de los jóvenes, especialmente para acceder a un empleo de buena calidad, del cual están alejados.

El problema del joven en América Latina es el de UNA JUVENTUD MARGINAL, que perdió la confianza en sí misma y el interés en participar de la sociedad.

En diferentes países, en la actualidad, más de uno de cada cuatro jóvenes se declara sin trabajo, buscando trabajo y/o disponible para trabajar. Sin embargo, el desempleo no es más que la parte visible del problema.

En todo el mundo, los jóvenes tienden a trabajar más horas en modalidades de empleo INFORMAL, INTERMITENTE Y PRECARIO, los cuales se caracterizan por productividad e ingresos bajos y por la obtención de menor protección laboral.

Adicionalmente, constituyen el grueso de los SUBEMPLEADOS. Todo ello provoca que sean una de las principales víctimas del DESALIENTO.


La problemática exige que las estrategias nacionales (generales) contra el desempleo sean combinadas con intervenciones específicas destinadas a la inclusión social de los jóvenes más desfavorecidos.

Es que los problemas de empleo juvenil están asociados a las cuestiones de la pobreza y de la distribución perversa de la renta nacional. Por lo tanto, el camino más seguro para la generación de empleos es, como dijimos, el CRECIMIENTO ECONÓMICO del país asociado a POLÍTICAS ACTIVAS y EDUCACIÓN APROPIADA.

Es así que la comunidad internacional ha calificado como prioridad esencial CREAR TRABAJO DECENTE para los jóvenes, reconociendo la necesidad de elaborar y aplicar estrategias que proporcionen a los jóvenes de todo el mundo la posibilidad real de encontrar un trabajo digno y productivo.

Causas del desempleo juvenil:

Se suelen reconocer dos tipos de causas:

1.- Causas relacionadas con los FACTORES INDIVIDUALES de los jóvenes:

- Una EDUCACIÓN formal inadecuada a las necesidades del mercado, que provocaría que a las empresas se les dificulte encontrar mano de obra calificada para la producción.

- LA TEMPRANA EDAD: la edad de los jóvenes condiciona el acceso al empleo, siendo consistente que el grupo de 15 a 19 años es el más afectado en términos de desocupación en América Latina, cuya tasa decrece a medida que aumenta la edad de los mismos.

- LA POBREZA: el desempleo está asociado a la pobreza. Según los datos, la situación laboral de los jóvenes depende significativamente del estrato socio-económico del hogar del cual provengan. 

Aquellos que provienen de hogares humildes o en situación de indigencia y se presentan a conseguir trabajo se ven sometidos a la DISCRIMINACIÓN que propician los sistemas de selección de empleados, al tener en cuenta, no solo su nivel de formación, sino también la escuela de la que provienen, el aspecto físico, las actitudes, el lenguaje, el lugar de residencia. 


A todo ello se suma que a muchos de los trabajos disponibles se accede a través de redes de relaciones sociales, las cuales son escasas para los pobres.


-La RESPONSABILIDAD INDIVIDUAL de muchos jóvenes, principales artífices de las situaciones de fracaso y exclusión por las que atraviesan por su falta de predisposición a generar cambios actitudinales.

2.- Causas relacionadas con el CONTEXTO MACROECONÓMICO:

Se mencionan:

- Una SITUACIÓN ECONÓMICA (mundial, nacional, local) DESFAVORABLE, que provoca recesión  económica y caída general de la actividad productiva o industrial.

- BAJO NIVEL EN LA DEMANDA DE TRABAJADORES: producto de un empeoramiento general del mercado de trabajo, el conjunto de empleadores no requiere los suficientes trabajadores al solo efecto de reducir a niveles mínimos los “gastos” en “recursos humanos” y aumentar sus niveles de ganancia, excusándose en un supuesto defecto en la oferta (es decir, trabajadores poco calificados).

-FALTA DE POLÍTICAS ACTIVAS por parte de los gobiernos en la generación de nuevos puestos de trabajo y una educación para el trabajo acorde a las necesidades del mercado de trabajo.

Características de la inserción laboral de los jóvenes: 

Déficit de Trabajo Decente:

Según la OTI (2002), los jóvenes son claramente el grupo que padece mayor déficit de Trabajo Decente, que es “aquella ocupación productiva que es justamente remunerada y que se ejerce en condiciones de libertad,  equidad, seguridad y respeto a la dignidad humana”.

En otras palabras, tener un Trabajo Decente es tener una ocupación que satisface por sus resultados y por las condiciones en que se realiza.

Asimismo, la OIT agrega que no resultan suficientes los esfuerzos por la creación de empleos, sino que estos además, deben ser productivos y generar suficientes ingresos y una protección social adecuada.

Cabe destacar aquí la importancia que tiene un Trabajo Decente durante la vida laboral de los jóvenes. Los jóvenes que hoy gozan de un Trabajo Decente representan un CAPITAL para la economía y la sociedad del FUTURO. Su déficit puede reflejarse y perpetuarse hacia las familias y la comunidad toda, estropeando sus perspectivas de carrera en la vida adulta.

El déficit de Trabajo Decente afecta tanto a jóvenes ocupados como a los desocupados.

Entre quienes logran insertarse en el mercado laboral, la PRECARIEDAD LABORAL y la INFORMALIDAD LABORAL se constituyen en las patologías características de este grupo, que veremos a continuación.

Precariedad laboral:

Se denomina precariedad laboral al estado de situación que viven las personas trabajadoras que, por razones diversas, sufren procesos que conllevan inseguridad, incertidumbre y falta de garantía en las condiciones de trabajo, más allá del límite considerado como normal.

Lo que resulta precario, en definitiva, es la relación o vínculo entre la patronal y el trabajador, en tanto no otorgue el acceso a un trabajo estable e impida el ejercicio de ciertos derechos considerados normales (por ejemplo: un salario justo, etc.).

Los trabajos precarios reúnen un cúmulo de características diversas:

-inestabilidad en el empleo (contratos de trabajo temporales o a plazo fijo);

-remuneración insuficiente para cubrir las necesidades mínimas vitales del trabajador y su familia;

- jornada de trabajo muy reducida (lo que impide lograr la retribución necesaria para cubrir las necesidades) o muy extensas (superiores a la legal) para poder conseguir el salario necesario, como consecuencia de tener un sueldo muy bajo.

- los trabajadores no son registrados por la patronal en los organismos de la Seguridad Social y Previsional y, por tanto, carecen de las prestaciones correspondientes (obra social, ART, aportes jubilatorios, seguro de desempleo, etc.).

-dificultades a la acción colectiva (sindicalización),

-discriminación por razón de sexo, edad, raza, religión, etc.

La precariedad es una de las características más acentuadas de la inserción laboral de los jóvenes.

Esto se traduce en un elevado porcentaje de jóvenes OCUPADOS  pero que no aportan a la seguridad social y, por lo tanto, se encuentran desprotegidos laboralmente (sin obra social, sin ART, sin jubilación futura, etc.).


Informalidad laboral:

Se parte de la distinción entre economía formal e informal. Economía informal es el nombre que se le da a un gran número de ACTIVIDADES que están catalogadas dentro del sector informal de la economía.

Entonces, “formales” serían las actividades reguladas, aquellas que se acomodan a las formas previstas por las leyes. “Informales” las que carecen de regulación o las que no obedecen las reglamentaciones legales existentes.

Entonces, la INFORMALIDAD LABORAL remite a determinadas características de las unidades productivas, caracterizadas como MICROEMPRESAS, y que se definen por:

- su reducida cantidad de capital por trabajador,

-baja productividad laboral,

-escaso nivel de complejidad tecnológica,

-división del trabajo incipiente,

-baja calificación de la mano de obra,

-pequeña dimensión con predominio de actividades unipersonales,

-exiguo desarrollo de relaciones salariales,

-ausencia de las normas que regulan la actividad formal y

- falta de inserción en mercados competitivos o diferenciados.

Entonces, la INFORMALIDAD del trabajador se relaciona con las características de SU PUESTO DE TRABAJO, y de acuerdo al LUGAR DE INSERCIÓN de LA EMPRESA en la cual se desempeña (para el caso, en el sector de la ECONOMÍA INFORMAL).

Si bien, muchas veces, el concepto de INFORMALIDAD es usado como sinónimo de PRECARIEDAD, se trata de fenómenos diferentes. En tanto la INFORMALIDAD remite a determinadas características de las unidades productivas (empresas), las RELACIONES PRECARIAS se establecen con independencia del carácter formal o informal del establecimiento productivo. 

Reflexiones finales:

En nuestro país un conjunto de investigaciones han confirmado el incremento en los años de educación de la población en general y de la fuerza de trabajo en particular durante las últimas dos décadas, vinculado al incremento de las ofertas (credenciales) educativas en los niveles universitario y/o terciario. Esto ha provocado que los empresarios soliciten MAYORES NIVELES DE ACREDITACIÓN EDUCATIVA para puestos de trabajo que anteriormente eran cubiertos por asalariados con menores niveles de educación.

Es así que los jóvenes que integran la fuerza laboral de hoy en día se encuentran ante una situación paradójica. Estos pertenecen a la generación de hombres y mujeres mejor educada y capacitada de todos los tiempos en la Argentina.

No obstante, representan un alto porcentaje de los desocupados.


Por este motivo, varios estudiosos hablan de la ruptura del valor de la educación para garantizar un buen trabajo, ya que habiendo sido un formidable vehículo de ascenso social (“Mi hijo el Doctor…”), la educación media resulta hoy NECESARIA pero no SUFICIENTE para acceder a un trabajo de calidad. Cabe destacar que, si bien en general el mayor nivel de educación incide positivamente en el acceso al empleo, no siempre se verifica esta correlación.

Ahora bien, las estadísticas demuestran que los jóvenes que no terminaron la escuela media son casi seguro destinatarios de trabajos precarios y de un piso salarial más bajo que aquellos que egresaron con el título secundario.

Si bien la educación no constituye por sí sola una fuente directa de reproducción de empleo, en la medida que en el país exista un proceso de crecimiento económico, la EDUCACIÓN y/o la CAPACITACIÓN pueden constituirse en un instrumento de inserción o mejoramiento laboral. Si el mercado de trabajo no da oportunidades, la educación se ve muy limitada en su campo de acción.

Educación Sexual Integral (ESI): causas de la discriminación laboral y salarial de las mujeres:

Oportunidades ocupacionales diferenciales:

Se dice que existen OPORTUNIDADES OCUPACIONALES DIFERENCIALES cuando existen oportunidades de empleo DESIGUALES para personas IGUALMENTE productivas.

El hecho de que una persona sea de un sexo, de una etnia o de una edad determinada no la hace más o menos capaz para desempeñar un trabajo, y así lo reconocen las leyes.

Sin embargo, la DISCRIMINACIÓN y el TRATO DESIGUAL hacen que no existan las mismas oportunidades ocupacionales para todos.


Precisamente, uno de los rasgos característicos de los merca­dos de trabajo de América Latina en general, y de Argentina en particular, es la desigualdad entre varones y mujeres, que victimiza al género femenino, y que debe ser conocida y considerada cuando se pretende lograr una sociedad más igualitaria, cohesio­nada e incluyente.



Es así que, en lo que va del siglo XXI  se observa en Argentina un mercado de trabajo con elevada inequidad de género, en tanto las mujeres padecen:

-Menor partici­pación en el mercado de trabajo;

-Mayores tasas de desempleo;

-Menor acceso al empleo asalariado registrado;

-Menor ingreso o ganancia por hora trabajada -en promedio perciben un veinte por ciento (20%) menos de ingreso mensual que los varones-;

-Que el empleo femenino se concentra en empresas de menor productividad y sofisticación tecnológica;

-Que, principalmente, desarrollan tareas repetitivas y precarias (ej. secretarias, personal de limpieza, etc.);

-Menor acceso a cargos de conducción, aun presentando mayores niveles educativos, incluso en activi­dades muy feminizadas.

Causas de la discriminación laboral de las mujeres:

Los argumentos que intentan explicar (cuando no justificar) las menores posibilidades de las mujeres para ACCEDER (ingresar) al trabajo de calidad, suelen ser:

a.-REPRODUCCIÓN, CRIANZA Y ATENCIÓN DEL HOGAR: Son las principales encargadas del trabajo reproductivo y la crianza de los hijos. Repercutiría en mayores niveles de ausentismo e impuntualidad.

b.- MAYOR COSTO LABORAL: en términos de rotación entre empleos (dejan un empleo para tomar otro), mayores costos de infraestructu­ra (por ejemplo, derivados de la necesidad de disponer de guarderías infantiles), etc.

c.- MENOR NIVEL EDUCATIVO: la carga de trabajo doméstico dificultaría sus posibilidades de seguir estudios terciarios y/o de capacitarse en el trabajo.

d.- MENOR PRODUCTIVIDAD DE SU TRABAJO: como resultado de su menor nivel educativo.

e.-TRAYECTORIA LABORAL: Las mujeres tienen trayectorias laborales diferentes de los varones. A diferencia de las trayectorias masculinas, las femeninas suelen ser intermitentes (se interrumpen y vuelven a comerzar) porque están muy condicionadas por el ciclo de vida familiar, por lo cual tienden a dejar de trabajar en el mercado laboral cuando forman sus familias y luego vuelven a incorporarse cuando sus hijos ya no son tan pequeños.

f.- DISCRIMINACIÓN DE GÉNERO PURA: basada en los PREJUICIOS MACHISTAS sobre su comportamiento laboral. Los prejuicios son opiniones sin fundamento, en general basadas en modelos que descalifican o disminuyen a ciertos grupos de personas. 

Un prejuicio que afecta a las mujeres está vinculado con su maternidad. Como a las mujeres les corresponde una licencia por maternidad, muchos empleadores piensan que “las mujeres son faltadoras”.


No resulta un argumento (no podría serlo ni moral ni jurídicamente) pero sí una causal vinculada a la existencia de estereotipos e influencias culturales respecto de los roles de hombres y mujeres.

Causas de la discriminación salarial de la mujer:

La DISCRIMINACIÓN SALARIAL hace que trabajadores con una productividad similar e igual formación educativa ganen menos cuando presentan características que son objeto de discriminación (por ejemplo, SER MUJER).

Entre las CAUSAS de la DESIGUALDAD SALARIAL que perjudican a las mujeres se pueden mencionar:

a.-CONDUCTAS DISCRIMINATORIAS EN LAS EMPRESAS: La existencia de DISCRIMINACIÓN en el mercado laboral y, en particular, en los Departamentos de Recursos Humanos de las empresas, manejados en su mayoría por hombres, en los que prevalecen conductas discriminatorias en relación a la contratación, asignación de tareas, promoción laboral y la conformación misma del plantel de recursos humanos, que hacen que las mujeres sean tratadas peor que los hombres.

b.-La “AUTOLIMITACIÓN PROFESIONAL” de muchas mujeres, consecuencia, fundamentalmente, de la persistencia de factores culturales y estereotipos tradicionales, que reparten tareas y responsabilidades familiares de manera desigual, tal como ya hemos mencionado. En función de ello, muchas mujeres deciden limitar su dedicación al trabajo remunerado con objeto de compatibilizar ambas tareas.

c.- SUPUESTA DESIGUALDAD EN LOS NIVELES EDUCATIVOS: Desde un enfoque tradicional, las brechas salariales de género son el resultado de una distribución inequitativa del capital educati­vo, que explicaría por qué las mujeres acceden menos al empleo de calidad y están peor re­muneradas que los varones.

No obstante, la educación, que ha constituido el gran logro de las mujeres en las últimas décadas, no ha sido un elemento de ruptura de esta situación, ni ha cambiado significativamente los prejuicios y la cultura que todavía impiden a las mujeres ob­tener puestos de trabajo acordes con su mayor preparación formal.

d.- SEGREGACIÓN OCUPACIONAL: es el hecho de que existan numerosas ocupaciones feminizadas o masculinizadas, y de que tiendan a estar mejor remuneradas las masculinizadas.

Así, los atributos positivos asociados a las mujeres (disposición natural a ocuparse de los demás, honradez, habilidad en tareas del hogar, destreza manual y aspecto físico atractivo) contribuyen a conside­rarlas adecuadas para desarrollar ocupaciones relacionadas con el cuidado, la salud, la edu­cación, el servicio doméstico, el comercio y ocupaciones administrativas, entre otras. 

Las características negativas (renuencia a supervisar el trabajo, menor fuerza física, menor disposición a viajar, menor disposición a afrontar el peligro físico) descalificarían a las mujeres para asumir cargos jerárquicos y ocu­paciones con calificación técnica y profesional.


e.- DESIGUALDAD EN LA PROMOCIÓN PROFESIONAL: promocionar en el trabajo significa ser ascendido en la escala jerárquica de la empresa, asumiendo mayores responsabilidades con la consiguiente mejora salarial.

El límite que suelen encontrar las mujeres a la promoción o ascenso laboral suele explicarse metafóricamente:

-El llamado “TECHO DE CRISTAL”: es la presencia directa de conductas discriminatorias por parte de los empleadores.

-El llamado “TECHO DE CEMENTO” es la propia auto-limitación de las mujeres, que rechazan mejoras salariales por las mayores responsabilidades que conllevan, tal como lo mencionamos anteriormente.

Conclusiones: la situación actual

Los resultados de las investigaciones científicas muestran que las brechas salariales de género son altas. Aun presentan­do niveles de calificación más elevados que sus colegas varones, las mujeres en Argentina per­ciben ingresos laborales menores en un 20%.

La investigación aporta evidencias para sostener que:

- la discriminación por género en el empleo es el principal factor que explica las menores y peores oportunidades que obtienen las mujeres en la inserción y el progreso la­boral.

-la tipificación de las ocupaciones como adecuadas para varones y otras adecuadas para mujeres tiene claros efectos sobre las condiciones dife­renciales del empleo femenino.

-las mujeres tienen mayores difi­cultades para acceder al empleo de calidad, que no se explica por sus dotaciones educativas, lo que va constituyendo claros indicios de discrimi­nación.

- la fuerte presencia de las mujeres en el empleo no registrado y en el subempleo consti­tuye una causa importante de la brecha salarial ya que estas ocupaciones, independientemente de su ingreso horario, se encuentran peor re­muneradas.

-los territorios ocupacionales de las mujeres son preponderantemente áreas de apoyo que presentan remuneraciones más ba­jas, menores requerimientos de calificación y también bajas posibilidades de desarrollo de las carreras laborales.

-las mujeres acceden en menor medida a car­gos gerenciales y a jefaturas medias. Es decir está vigente el techo de cristal como un límite para los ascensos y para el desarrollo de las ca­rreras laborales de las mujeres. Por otro lado, aquellas que lograron acceder a cargos gerencia­les perciben remuneraciones más bajas que sus colegas varones.

-En nuestro país, las credenciales educativas y, en general, las dotaciones de capital humano de las muje­res son relativamente más elevadas, de manera que no parece ser la falta de inversión y habili­dades de las mujeres las que están explicando sus menores salarios horarios.

Es decir, las causas que originan las bre­chas salariales son múltiples y se basan en la interacción del sistema productivo con el con­junto de creencias de género predominante en la sociedad, presentes tanto en la oferta como en la demanda de trabajo.

Las instituciones laborales, como el salario mínimo vital y móvil y los salarios básicos establecidos en los CONVENIOS COLECTIVOS DE TRABAJO (CCT) operan como un piso igualador entre las remuneraciones percibidas por varones y mujeres en las áreas con remu­neraciones bajas.

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